He sido miembro del APA del colegio de enseñanza primaria de mis hijos durante 9 años, de los cuales estuve como presidente de la misma los dos últimos años. También pertenecí al consejo escolar durante unos 6 ó 7 años.
Ya desde el principio note la agresividad contenida por parte de algunos “auténticos patriotas lingüísticos” ante mi naturalidad para usar la lengua cervantina en todas esas instancias, a pesar de que sabían a ciencia cierta de mi dominio (algo mejor que Montilla) de la lengua de Rafael Casanovas. En aquellos primeros años de consejo escolar, ante la interesante propuesta de impartir desde P3 inglés a nuestros niños, mi suma entusiasta a la propuesta la acompañé de otra: impartir también español – perdón castellano – desde P3.
La reacción de la “comisario lingüista” de turno fue inmediata -“Ya hablan castellano en el patio”-. Me sonó a lamento derrotista y a rabia contenida por no poder imponerse en ese espacio. Así pues, desde el inicio de esta barbaridad llamada “inmersión lingüística” – que no es otra cosa que un proceso de aculturación cuyo horizonte es la asimilación cultural y la homogenización nacionalista de la población catalana- el patio ha sido el único espacio de libertad para la libre expresión lingüística de los niños dentro de la escuela. No es que no haya habido intentos de ocupación de dicho espacio, la ha habido en la rotulación exclusiva del colegio en Catalán, con sus murales y sus “nadalas” (villancicos), sus poesías de Marti Pol cual empacho (independiente de si te gusta o no), la alegalidad de que los monitores de comedor tengan que hablar exclusivamente en catalán a los niños, etc.
Pero por fin han llegado los “liberadores del Tripartito” (La izquierda.. ¿Dónde está la Izquierda?) y han declarado tiempo lectivo el patio: lo han liberado de la ocupación castellana y al fin nuestros niños podrán vivir “plenament en Català”, al menos dentro del horario escolar.
Sí, fuera de la escuela aún quedan espacios de libertad, pero no os engañéis queridos niños, “El Gran Hermano Tripartito” piensa en nosotros y, sobre todo, por nosotros y seguro, seguro que están devanándose los sesos para encontrar la forma de que no quede un hueco o espacio de nuestra vida que no sea vivida y pensada desde una conceptualización nacional-catalanista.
Cataluña es el ¿país? del miedo a la libertad.
En una recepción de la Generalitat, a la que asistí como presidente del APA, el anterior Conseller en Cap, Josep Bargalló dejó claro que quieren cambiar la sociedad catalana, no les gusta la que hay, los ciudadanos de Cataluña no respondemos a lo que ellos esperan de nosotros. Claro, si más de la mitad del censo catalán no acudió a votar su “Estatut”, habrá que hacer ingeniería social para modificar las conductas, la manera de pensar, no sólo en qué idioma pensar. De ahí que controlen y vigilen los ratos de ocio de nuestros hijos en la escuela. Pan para hoy y hambre para mañana. Esos niños serán hombres un día. Esos niños tienen memoria. Y cuando sean adultos, y libres, sacarán sus propias conclusiones. “Cristianos a la fuerza, malos cristianos”, ¿recuerdan? Mientras tanto, esto sí, estos políticos obsesivos cercenan la libertad de nuestros hijos. Mientras tanto, conculcan posiblemente lo más sagrado de un aprendiz: su capacidad de expresión en libertad.
¿Les vamos a dejar hacerlo?
Vicente Serrano
vicenteserrano@alternativaciudadana.es
Sé el primero en comentar en «El patio de mi cole es particular»