El Poder Judicial quiso arropar ayer a los jueces vascos en plena marejada por el 'caso Ibarretxe'. El Consejo General, máximo órgano de control interno dentro de la carrera, aprovechó el homenaje al magistrado José María Lidón en el sexto aniversario de su asesinato por ETA para escenificar un cierre de filas con quienes ejercen en Euskadi. Así lo expresó el presidente del CGPJ y del Tribunal Supremo, Francisco José Hernando, al alabar en el Palacio de Justicia de San Sebastián la «intensa fortaleza» que demuestran los representantes de la Magistratura en el País Vasco para desarrollar su labor a pesar de «la presión del entorno» y «garantizar los derechos» de todos los ciudadanos, «incluso de los que les agreden».
Las palabras de Hernando llegan en un momento especialmente delicado para la Judicatura vasca y apenas un día después de que el Gobierno de Vitoria anunciara la recusación de dos de los tres magistrados que deberían juzgar a Juan José Ibarretxe y Patxi López por las reuniones que mantuvieron con dirigentes de Batasuna durante la tregua. El gesto se produce también cuando el PNV y sus dos socios en el Ejecutivo planean movilizaciones en defensa del lehendakari y en contra del Tribunal Superior. Unas manifestaciones que, al parecer, guardarán cierta similitud con las que precedieron a la primera declaración del dirigente peneuvista ante el instructor del caso, en enero de este año.
Hernando no llegó a citar en su intervención a la Administración vasca y se negó a valorar después, a preguntas de los periodistas, las iniciativas que prepara el tripartito. Pero dejó entre líneas algunos mensajes para la Lehendakaritza y su comportamiento en los últimos meses. Unas referencias que se hicieron palpables desde el mismo inicio de su intervención cuando, entre los saludos a los presentes, hizo una mención expresa al «querido» Fernando Ruiz Piñeiro, presidente del Tribunal Superior vasco.
Este magistrado es, junto a Antonio García, uno de los dos integrantes de la Sala de lo Penal que el Gobierno autonómico quiere apartar del proceso contra el lehendakari por entender que no son «imparciales» y han defendido tesis «contrarias» a las que abandera el jefe del Ejecutivo, entre ellas la consulta. Los dos estaban ayer presentes en el acto de San Sebastián.
El presidente del Consejo General del Poder Judicial, que se apoyó en el discurso que ofreció a mediados de septiembre durante la apertura del año judicial, subrayó la «entereza» de los jueces vascos para «administrar recta e imparcial justicia», desarrollar «su vida privada» y abstraerse del exterior.
Hernando reflexionó sobre las «virtudes judiciales» y defendió la necesidad de ajustarse a lo que dice la ley al margen de cualquier otro condicionante. «Surgen constantemente -subrayó- circunstancias que, si no son arrostadas con fortaleza, es decir, que si en ellas uno se concede la más mínima tibieza o debilidad de ánimo, la Justicia se volatiliza». El comportamiento demostrado por este colectivo en los últimos años «al servicio del ciudadano» es merecedor, en su opinión, del «reconocimiento y apoyo» de todo el CGPJ y de «vuestros compañeros del resto de España».
Amenaza de ETA
Hernando recordó, en este sentido, que los jueces destinados en Euskadi viven por prestar su función un claro «riesgo personal» debido a la amenaza que ETA mantiene sobre todos ellos. La coacción terrorista ocupó buena parte de su discurso, en el que destacó la figura del magistrado Lidón, asesinado el 7 de noviembre de 2001 cuando salía del garaje de su domicilio en Getxo. El máximo responsable del Consejo General recordó la «tristeza que la familia judicial» soporta aún por aquel crimen y aseguró que aquella acción evidenció el «encanallamiento» de la banda y la «extrema necedad de aquellos que se creen ungidos del derecho a asesinar a un semejante».
El atentado contra Lidón supuso, además, que se reforzaran y generalizaran las medidas de seguridad impuestas a los más de dos centenares de jueces y fiscales que ejercen en el País Vasco, la mayoría de los cuales dispone de escolta personal durante todo el día para poder llevar a cabo su labor.
El Correo (8.11.2007)