Una legislatura poco ejemplar

Ayer acabó el año político. El presidente del Gobierno anunció la disolución de las cámaras y la convocatoria de elecciones. Pronto habrán pasado cuatro años de la sorprendente derrota del PP tras el dramático trauma que provocaron los trágicos atentados de Madrid.

No fueron aquellos tres días de marzo, el jueves, el viernes y el sábado, ningún ejemplo de democracia. El Gobierno de Aznar tardó probablemente demasiado en reconocer que la pista más sólida era la islamista en lugar de ETA, aunque debe reconocerse que no escondió las averiguaciones que la policía estaba realizando. El jueves por la noche informó de la sospechosa camioneta con libros del Corán en árabe y el sábado hizo detener a algunos que después han sido declarados culpables. El acoso a las sedes del PP por parte de militantes socialistas, sin que los dirigentes de este partido no hicieran nada para desconvocarlas, fue un mal ejemplo de limpieza democrática. Nunca unas elecciones resultaron tan turbias, tan poco edificantes. Mal empezó la actual legislatura.

Tampoco puede decirse que los meses y años siguientes hayan sido mejores. Se rompieron dos consensos básicos entre los grandes partidos: el de la organización territorial y el de la política antiterrorista. Grave error, como se está demostrando.
Intentar una reforma territorial con el apoyo de los partidos nacionalistas y contra el parecer del PP es buscar un imposible. Siempre los dos grandes partidos habían estado de acuerdo, primero con los pactos de 1981 y luego con los de 1992. Ahora la “patata caliente” se ha traspasado al Tribunal Constitucional: hubiera sido mucho mejor zanjarlo en sede parlamentaria.

La ruptura del acuerdo en política antiterrorista ya se ha subsanado en parte al demostrarse la inconsistencia de un imaginario diálogo con ETA. Pero las heridas no están cerradas y también serán los jueces quienes deberán resolver lo obvio: que ANV era un partido controlado por la banda terrorista. El Gobierno y el Fiscal General se equivocaron al no impugnar las listas de este partido. Ahora hay más de veinte de alcaldes y trescientos concejales, con poder y sueldo asignado, que hacen el caldo gordo a los terroristas. Grave error.

Además, con una crisis económica en ciernes, PSOE y PP no paran de anunciar subvenciones y rebajas de impuestos en una irresponsable carrera por ganar votos. Conducta poco ejemplar la de los grandes partidos. Probablemente también poco creíble. La ciudadanía está crecientemente escéptica ante el comportamiento de los políticos.

Pero quizás haya que salvar, por lo menos, a uno, a Manuel Marín, que se ha estado desgañitando para imponer su autoridad de presidente ante el triste espectáculo de un Congreso que demasiado frecuentemente parecía un aula de adolescentes desmandados por la sangre caliente primaveral. ¡Lástima que Marín no se presente como candidato a presidente! Muchos lo votarían con gusto.

Francesc de Carreras
La Vanguardia (24.12.2007) 

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