La Guardia Civil detiene a un presunto terrorista y pocas horas después lo lleva al hospital donde le aprecian serios traumatismos. La Guardia Civil reconoce que sus agentes son los responsables de los golpes y los justifican porque el delincuente quería escapar. El juez investigará el asunto.
Aunque por el momento se aprecia un error: la policía debe detener a los terroristas sin causarles daño.
La diferencia principal entre un policía y un terrorista es que el trabajo del primero se concibe sin causar daño y el segundo no. Sin embargo, la cuestión a veces se complica. Un policía puede verse obligado a decidir si opta por el golpe, por el tiro, o por la huida del terrorista. Cada una de esas instancias, hijas todas ellas de una operación imperfecta, puede concebirse como un mal menor, según el que las evalúe.
Visto lo que ha sucedido con la última detención la sociedad mediática debe de considerar que la reducción por la fuerza bruta de un terrorista es un mal mayor: el espectacular despliegue de los medios habría sido muy otro con un delincuente de los considerados comunes. La exuberancia mediática puede tener una segunda explicación, más dura: puede que los periodistas crean que se torturó para conseguir alguna información. Al trasluz de los grandes titulares se vislumbra por último la sombra de los dos guardias civiles recientemente asesinados en Francia: y la venganza. Comprendo que todos esos supuestos sean excitantes. Pero a falta de la versión de la víctima, está la de la Guardia Civil, y creo que es tan respetable como la de los terroristas o la de sus (extensos) aliados políticos. Y dado que el periodismo trabaja con hechos, el hecho provisionalmente aceptado es que un presunto delincuente sufrió heridas en el momento de su detención de las que curará pronto. ¿Portada a cuatro columnas? ¿Apertura de informativos? Hombre, hombre. Comprendo muy bien que nuestra legalidad y nuestra bondad definan mejor que nada la naturaleza del terrorismo. Pero sugiero que la limpia y gélida perfección profesional que se les pide a los guardias civiles se extienda. Porque si no, ¡a la portada! El primero ese médico tan jovial que operó el otro día una rodilla por otra.
No es exigencia, claro. Es la mala conciencia… democrática. Lo más importante del periodismo no son las noticias que da sino cómo las monta. Nata montada, el oficio. El mismo día de los golpes un periódico traía otras dos noticias relacionadas con el terrorismo: la queja de un eurodiputado porque lo habían hecho descalzar en el aeropuerto y las pintadas en la tienda de los padres de Albert Rivera, «cerdos fascistas», con su diana. La primera doblaba el espacio de la segunda. Es decir, que de las tres noticias relacionadas con el terrorismo, la única que describía un acto terrorista era la más insignificante.
Esta es su victoria.
Arcadi Espada
El Mundo (10.01.2008)
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