La pregunta es importante porque se trata de de un colectivo de 200 millones de empleados en la manufactura exportadora de la fábrica del mundo.La agencia Xinhua refleja un estudio de la Universidad Fudan de Shanghai, entre las cuatro mejores del país, basado a su vez en un sondeo entre más de 10.000 empresas de unas 40 ciudades. La encuesta revela que los trabajadores emigrantes de Pekín, Tianjin y Shanghai, en la mitad norte de China, tienen salarios más altos, pero no dice nada de la región de Cantón. También omite datos poco agradables del informe de la Universidad Fudan. Por ejemplo, que sólo un 7,6% de los 30.000 trabajadores encuestados se declara satisfecho de su estatus social y que el 68% se queja de que la población local les trata como ciudadanos de segunda. O que el 80% declare trabajar más de ocho horas diarias y que el 55% tenga menos de dos días libres al mes.
La realidad en la región de Cantón es clave porque alberga la mayor concentración de manufactura exportadora de empresas que suministran a las grandes marcas mundiales y exportan 300.000 millones anuales, la tercera parte de la exportación total china.
Según un informe del Ministerio de Trabajo del año 2004, oficialmente los salarios de los emigrantes crecieron 68 yuanes (6,8 euros) en los doce años anteriores, una miseria absorbida por la inflación. Según Anita Chan, investigadora de la Australian National University que lleva años trabajando en ese ámbito, la notable subida del salario mínimo registrada en el 2005 como consecuencia de la escasez de mano de obra – resultado de la gran huelga silenciosa del sur de China,o sea, la reacción de los obreros de dejar los talleres de Cantón en beneficio de las fábricas de Shanghai y otros sitios donde se les explota menos- ha sido anulada por la inflación de dos dígitos en el 2007.
La profesora Chan afirma que el salario en Cantón es siempre el salario mínimo y que la mayoría trabaja más de 40 horas semanales. También dice que, a pesar de que la ley obliga a pagar las horas extras por encima de las habituales, se suele pagar lo mismo o menos, y que, pese a estar limitadas a un máximo de 36 al mes, la mayoría de los empleados del sector exportador trabaja entre 10 y 11 horas extras diarias durante seis o siete días a la semana, con jornadas de hasta 17 y 18 horas en los momentos de mayor presión.
Las grandes empresas occidentales que dominan la cadena comercial con China se gastan dinero en programas de responsabilidad social empresarial (SCR), pero no actúan sobre sus proveedores para que aflojen la soga sobre el trabajador. Respecto a los empresarios locales, una mezcla de presión de mercado y codicia les lleva a contrarrestar cualquier aumento de salarios, aumentado paralelamente las deducciones que cobran a los trabajadores por darles de comer y brindarles dormitorio en las propias fábricas, como es habitual en China. "Hay mil y una maneras por las que las fábricas intentan engañar a los trabajadores y a los inspectores, y hay muchas razones por las que éstos cierran los ojos a las infracciones", concluye Anita Chan.
La Vanguardia (21.02.2008)