Violencia doméstica: ¿hasta cuándo?

Violencia domésticaLas consecuencias de las desigualdades de sexos

Los expertos creen que la clave está en un rechazo social unánime
Javier Ricou / Celeste López – Lleida / Madrid  – 28/02/2008
Dieciocho mujeres asesinadas a manos de sus parejas o ex parejas en tan sólo 50 días, cuatro de ellas el mismo día, el martes. El año pasado murieron 71 el anterior, 68. Casi 300 en sólo cuatro años… Cifras que sobrecogen pese a que la frialdad de los números no permite entender el drama escondido. ¿Cuándo acabará este goteo incesante de asesinatos, golpes y palizas?

La respuesta no es fácil, aunque los expertos consultados por este periódico lo tienen claro: será cuando se produzca el cambio en el modelo de relación de la sociedad, o lo que es lo mismo, cuando cale en la ciudadanía un rechazo absoluto ante este tipo de violencia basado en la desigualdad de sexos. Esto, y la aplicación decidida de la ley integral de la Violencia de Género, instrumento diseñado para proteger a las víctimas y perseguir a los agresores.

Así lo indica Rosa Peris, responsable del Instituto de la Mujer, para quien ese cambio estructural de la sociedad se está produciendo, aunque de manera lenta. "Los cambios de sistema llevan tiempo, pero llegará un día en que ese hombre que se cree con el derecho de maltratar no lo hará ante el rechazo social", señala Peris.

De la misma opinión es Encarnación Orozco, delegada del Gobierno contra la violencia sobre la mujer. Orozco destaca que ese cambio se observa en que, de las 110.000 llamadas al 016 (teléfono de atención a las víctimas de violencia sexista) desde el mes de septiembre hasta el 31 de enero, el 14,9% eran de familiares o amigos. ¿Sólo el 14,9%? "Ese es el principio", indica.

Y es que, como aseguran fuentes de la Policía Nacional que atienden a víctimas del maltrato, la gran mayoría de las llamadas de emergencia que reciben es de la propia víctima. ¿Y los vecinos, la mayoría de las veces únicos testigos de las palizas? "Alguna llamada hacen si la agresión se produce en la calle. Si es en casa, nunca. Siguen creyendo que forma parte del mundo privado de la pareja", señalan. Y es que, paradojas de la vida, hay más gente dispuesta a presentar una denuncia si el vecino tiene la música alta que si chilla, insulta y golpea a su pareja.

Mientras ese cambio se produce, la ley integral de Violencia de Género, que entró en vigor hace ahora tres años, continúa su desarrollo, ante las críticas de determinados sectores que exigen más recursos para atender a las víctimas y más contundencia a la hora de castigar al maltratador.

Pero la violencia contra las mujeres continuará aunque aumenten las penas de prisión. Esa es al menos la opinión de Francisca Verdejo, titular del juzgado de violencia número 2 de Barcelona: "La experiencia nos ha demostrado que la cárcel no asusta al agresor". Esta juez afirma que la violencia de género es un problema al que tiene que hacer frente toda la sociedad y lamenta que una parte de la población crea que la solución compete únicamente a los tribunales. Verdejo va incluso más lejos al afirmar "que la ley es ahora mismo, a pesar de que siguen faltando medios, lo que mejor funciona en la lucha contra esta lacra".

Montse Ruiz, responsable del grupo de atención a la víctima de los Mossos en Lleida, comparte la tesis de la juez. "El agresor que se entrega no manifiesta ningún temor por la condena", afirma la agente. El porcentaje de hombres que acuden voluntariamente a las comisarías tras matar a sus compañeras aumentó en el 2006 hasta el 18,7%. Por el contrario, los que se suicidaron pasaron del 25%, en el 2006, al 10% en el primer semestre del 2007. Estos datos reflejan que un alto porcentaje de esos asesinos actuó sin pensar en el castigo que acarreaba su acción.

Verdejo recalca que es muy difícil determinar los motivos que llevan a un hombre a suicidarse o entregarse después de matar a su compañera. Por la primera salida optarían aquellos que son "incapaces de asumir el daño causado" o también los que no se atreven a enfrentarse a su entorno una vez han cometido el crimen. En estos últimos casos tiene una gran importancia el rechazo cada vez más generalizado de la sociedad hacia estas conductas, añade la misma juez. Un estudio hecho en Andalucía reveló que los hombres con más nivel cultural son los que más se suicidan tras asesinar a sus compañeras.

En los casos de agresores que deciden entregarse, esta salida podría responder, entre otros motivos, "a una treta para que esa acción sea considerada como atenuante", indica Verdejo, ya que raras veces hay arrepentimiento. Montse Ruiz revela que la mayoría de los hombres, cuando se entregan, se limitan a afirmar "la he matado" sin dar más detalles, con lo que dejan claro el dominio que tenían sobre esa mujer.

La juez de Barcelona insiste en lo importante que resulta la implicación de toda la sociedad para luchar contra esta violencia. "Lo que no puede ser es que no abramos la puerta a una víctima de malos tratos que acude a pedirnos ayuda como si ese fuese un problema que sólo le afecta a ella y a su familia", afirma Verdejo.

La Vanguardia (28.02.2008)

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