«Vencí a Hitler y a Franco, y venceré a Bush»

Werner BaraschWerner Barasch, fugitivo que sobrevivió a la persecución de Mussolini, Hitler y Franco

Víctor-M. Amela – Tengo 89 años. Nací en Breslau (entonces Alemania, hoy Polonia) y vivo en California. Consumí mi juventud huyendo de la mayor conjunción policial y militar de la historia. Nunca me casé y no tengo hijos. ¿Política? Combato a los dictadores. Soy de familia judía, y no practico
He sido refugiado, confinado, encarcelado, evadido, apátrida y exiliado, fugitivo en la Europa dominada por Hitler, Mussolini y Franco. Tanta persecución no pudo conmigo: ¡yo vencí!

¿Cómo empezó la persecución?

Cuando Hitler llegó al poder, mi padre me envió a estudiar a Italia: mi papá anticipó el peligro que se cernía sobre los judíos…

Millones de judíos no reaccionaron.

Confiaban en que el pueblo alemán no toleraría que Hitler les hiciera ningún daño…

¿Y por qué no fue así?

Hitler acertó a explotar un sentimiento de inferioridad de los alemanes con sus promesas de grandeza. Y miraron hacia otro lado.

¿Qué tal le fue por Italia?

Mi papá, un comerciante que había prosperado, se esforzó por darme lo que él no pudo tener: instrucción. Así que en Italia hinqué los codos. ¡Y fui feliz!

¿Sí?

Sí, porque los italianos eran desobedientes, descreídos, burlones, caóticos, solidarios…, ¡humanos! Tan diferentes de los alemanes… En clase se soplaban las respuestas.

Los italianos que lucharon en el bando franquista huían en cuanto había tiros.

Ya, y los españoles los acusabais de cobardes. ¡Pues yo también soy cobarde! Evitar el choque…: ¡gracias a eso estoy vivo!

¿Huyó de Italia?

Llegó la Gestapo y empezó a detener judíos. Amigos italianos me ofrecieron esconderme en sus casas. Preferí saltar a Suiza…, hasta que la sombra nazi me alcanzó.

¿Le detuvieron en Suiza?

Me expulsaron. Pasé a Francia y gocé del París de 1939, ¡libertad y cultura! Me laureé como profesor de francés… el mismo día que estallaba la Segunda Guerra Mundial.

¿Cómo le afectó la guerra?

Por alemán, me convertí en "enemigo extranjero". Hui de París, pero fui detenido y confinado en un campo miserable.

Triste Europa, aquella…

Seis meses después, Hitler entraba en París. Nos trasladaron de campo, y me escapé. Caminando y en autobús llegué a Marsella, pero caí en una redada. Encarcelado, una noche salté el muro de tres metros.

Era usted escurridizo…

Compré una bicicleta a unos campesinos y pedaleé hacia Suiza durante días. En la frontera francesa me detuvieron: por judío, me metieron en un tren camino de otro campo.

¿Culpa a Francia de colaborar con los nazis en el genocidio judío?

Francia fue corresponsable de la muerte de miles de judíos. Yo abrí un portón de aquel tren y, de noche, salté en marcha. Y a Suiza.

¿Por qué insistía en ir a Suiza?

Alemanes y franceses me perseguían, y creí en la neutralidad suiza. Me equivoqué: los suizos me entregaron a gendarmes franceses. Y fue el peor momento de mi vida.

¿Por qué?

Yo siempre he antepuesto el frío cálculo racional a las pasiones. Y por eso he sobrevivido. Pero aquel día fallé: ¡me abalancé sobre la pistola del gendarme!

¿Disparó?

Quise matarme. Asombrosamente, el gendarme conservó la calma y me tranquilizó. Me enviaron al campo de Argelès-sur-Mer.

¿Coincidió con exiliados españoles?

Creían que los aliados derrocarían a Franco y entonces podrían regresar a España… Pobres… Yo hui de allí: me deslicé por la espalda del guardia que vigilaba la puerta. Caminando de noche, atravesé los Pirineos. Estuve a punto de matarme varias veces…

¿Adónde se dirigió?

Quise llegar a Barcelona, al consulado inglés, y que me ayudasen a ir a Portugal, y de allí a Estados Unidos, donde había ido mi madre. Pero me detuvieron y estuve encerrado cien días en el castillo de Figueres.

¿En qué condiciones?

Casi muero de hambre. Aproveché para leer El Quijote con un diccionario francésespañol: aprendí un español un poco arcaico. Luego, a la Modelo: me esposaron tan fuerte que me cortaron los nervios de la muñeca: mire, aún estoy medio tullido… Luego, cárcel de Zaragoza, de San Sebastián, de Irun, el campo de Miranda de Ebro…

¿Acusado de qué cargos?

Apátrida prisionero de guerra, sin más. Lo más triste fue recibir una carta de Alemania en 1942: mi padre había muerto en el campo de Sachsenhausen, lanzándose contra la alambrada eléctrica. Él creyó en un futuro mejor para mí, así que me conjuré en su memoria para salir vivo de aquel infierno.

¿Volvió a huir?

Lo intenté agarrándome a los bajos de un camión, pero me descubrieron y los guardias casi me matan. Al fin, en marzo de 1943, Franco liberó a muchos presos extranjeros, como yo. Vio que a Hitler le iba mal.

¿Y qué hizo usted?

Pasé dos años en Madrid, con ayuda de una pareja alemana, solicitando mi visado a Estados Unidos. Lo conseguí en 1945, ¡siete años después de huir de Italia!

¡Y vivo… contra todo pronóstico!

Me enorgullezco de haber sobrevivido a la mayor conjunción de poderes policiales y militares de la historia. ¡Los vencí!

¿Ha vivido bien en Estados Unidos?

Sí, y ahora combato a Bush, que actúa como mis enemigos Hitler y Franco: Guantánamo, Patriot Act… Como un dictador romano, monta guerras para fortalecer su poder interno. También le venceré. ¡Viva Obama!

SUPERVIVIENTE

'Fugitivo', de Werner BaraschSuperviviente del peor trance de la historia de Europa, me sopla el secreto: "Usé la razón, eludí la violencia, jamás me autocompadecí, deseché la palabra imposible y siempre actué para escapar". Y aquí está, menudo, indoblegable, entero. Me muestra la muñequera que protege sus tendones atrofiados en Barcelona hace casi 70 años. Se siente feliz por presentar Fugitivo (Alba), trepidante libro en el que explica su dramática epopeya, hoy de lectura recomendada en los colegios de Alemania: "Actué como debía", me resume. Con cinco idiomas y reconocimientos como científico, Barasch no olvida que su padre se sacrificó para que él pudiese tener una vida digna, y jamás permitirá que nadie se la hurte.

La Vanguardia-La Contra (3.06.2008)

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