Acogida lingüística y exclusión cultural

Catalanismo, la dictadura que vieneEl Plan de acogida del Departament d'acció social i ciutadania está diseñado para inducir al inmigrante a que interiorice que el catalán es el único idioma de Cataluña y para utilizarlo como materia prima de la construcción nacional.

Hubo un tiempo de exclusiones lingüísticas: Franco murió en el siglo pasado. Hubo un tiempo para reivindicar el legítimo derecho del catalán: La Constitución española de 1978 lo incluyó. Hubo un tiempo para normalizar y mimar al catalán por su inferioridad oficial: Hace ya mucho tiempo que su normalización lleva aparejada la exclusión del castellano de las instituciones catalanas. Hubo un tiempo para la mentira: Cuando nos hablaban de bilingüismo sólo pretendían contar con la colaboración de la población castellanohablante en la recuperación del catalán y mantenerla callada ante la exclusión del castellano. Ha llegado el tiempo de llamar a las cosas por su nombre: En Cataluña se está practicando la exclusión cultural con escalofriante cinismo moral. Pero no por todos los ciudadanos catalanes, ni por todos conscientemente. Si pudiéramos simplificar en dos grandes grupos sociales los que construyen la exclusión lingüística, habríamos de atender a los que colaboran con la exclusión, pero no son conscientes de ella y los que hacen de la exclusión su modo de vida.

Los avatares de la historia y las mayorías parlamentarias catalanistas han universalizado comportamientos de sectarismo cultural en nombre de la recuperación del catalán. La ausencia de oposición institucional a esa línea victimista ha justificado la exclusión del castellano en nombre de la normalización y ha terminado por hacer vivir como normal lo que es un delito moral de exclusión.Los mecanismos de buena conciencia del primer grupo social se han consolidado por la necesidad de restaurar, asentar y convertir al catalán en idioma propio y respetado en su propio territorio. Los excesos que se cometen por conseguirlo por parte de este grupo social, no tendrían por afán excluir al castellano, sino asentar al catalán. Las políticas agresivas que se llevan a cabo para conseguirlo, las viven como legítimas, y las quejas ante ellas como ataques a Cataluña. Materia propia de Expediente X.

Ocurre lo mismo en el otro grupo social, nadie se siente culpable, pero abiertamente trabajan para eliminar todo vestigio cultural y lingüístico español. La ideología nacionalista les evita plantearse la naturaleza de su comportamiento racista. Su legitimidad nace de la necesidad de construir una nación basada en el mito de que a cada territorio le corresponde una lengua propia. Y como eso además de falso es imposible, violentan la realidad para crear una atmósfera sociológica tal que la cultura y lengua españolas se perciban como agresivas y en cualquier caso, ajenas a la auténtica esencia catalana. Ese modelo cultural del peor nacionalismo lingüístico franquista está amparado en la buena conciencia que le garantizan el concepto de «nación» y de «lengua propia».

Se ve en cada acción de cualquier institución. Todo está presidido por una obsesión identitaria, cuyo fundamento legitimador es la lengua propia y cuyo fin es construir la nación catalana, libre de la cultura española. Esa máquina de desbrozo nacional, en su empeño por eliminar cualquier huella lingüística y cultural españolas del imaginario colectivo catalán, ha monolingüizado desde el callejero a cualquier institución, pero ahora pretende además, colonizar las conciencias. En el Document de Bases del Pacte Nacional per a la Immigració y su Guia pràctica d'acollida lingüística, la conselleria d'Acció Social y Ciutadania que preside Carme Capdevila, de ERC, ha plasmado todos los mecanismos imaginables para convertir a los inmigrantes en carnaza de la construcción nacional. Muchas de las recomendaciones serían aceptables si no excluyeran al castellano, pero resultan ofensivas porque están diseñadas para inducir al inmigrante a que interiorice que el catalán es el único idioma de Cataluña. Sin pasado histórico, cultural ni lingüístico de España, el inmigrante aparece ante los nacionalistas como una mente en blanco que se le debe amueblar de la identidad nacional catalana. El objetivo es tabularlos en programas de acogida para evitar que se contaminen con la cultural plural de España e inculcarles la máxima: «Una nación, Una lengua propia y Una cultura». No voy a hacer mención de ninguno de los mecanismo porque excederían las posibilidades de espacio de este artículo, pero no me resisto a denunciar la voluntad de la consejería por hacerlos llegar a todos los ámbitos de la vida social para cercar la formación de los inmigrantes en un coto sin escapatoria posible.

La única legalidad del nacionalsocialismo en la Alemania de 1939 fue el poder que les dio el ganar unas elecciones democráticas. Pero su legitimidad no nacía de la razón o la justicia, sino de su fuerza. Hoy en Cataluña, lo único que explica que el nacionalcatalanismo impida que se pueda estudiar indistintamente en catalán o castellano, es porque ocupan el poder, no porque sea justo; lo único que explica que puedan sancionar por rotular sólo en castellano y por el contrario, subvencionar a los que rotulen sólo en catalán, es porque ocupan el poder, no porque sea justo, y si hoy incumplen un decreto del ministerio para impartir la tercera hora de castellano o no obedezcan a tres sentencias del TSJC que obliga a la Generalitat a respetar el derecho de los padres a escoger la lengua vehicular en que quieren que sus hijos estudien en la escuela, es porque al racismo cultural hoy lo llaman cohesión social, normalización o defensa del ecosistema lingüístico catalán.

Antonio Robles es diputado de Ciutadans en el Parlament de Catalunya

El Mundo (15.06.2008)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *