Me apunto al planteamiento del artículo editorial del último boletín de UPyD, que os reenvío. Desde hace demasiado tiempo el irrespirable (para un demócrata) clima político del País Vasco es indisociable del peso de ETA en la vida social y política vasca. Lo impregna todo, no sólo ni principalmente -pienso- por los méritos y capacidad de esa organización terrorista sino por la red de complicidades, connivencia y trascendencia comunitaria que el mensaje etarra encuentra en el corpus de la ideología nacionalista. Es un corpus ideológico y social que alcanza a IU y al PSE. Eso es lo dramático. Hace sólo unos días Patxi López decía que iba a gobernar sin importar con quien tuviera quer pactar; si ha declarado por activa y por pasiva que el PP queda descartado y ha condenado la aparición de otras opciones como la de UPyD, es fácil deducir y que aspira a ser el Madrazo vasco pero en posición de «pal de paller», que diría Pujol. Un sucedáneo, a la izquierda, del peral de Arzallus.
En el País Vasco, a la rueda de Cataluña y en sintonía con otros dominios de la partitocracia española como el andaluz, se ha pervertido el lenguaje, pero sobre todo se ha secuestrado el nombre de las cosas. Es difícil escuchar que el responsable último y la explicación real de la pervivencia de ETA y del «infierno vasco» (infierno, obviamente para los «ciudadanos activos» no nacionalistas, para los ciudadanos a lo Marat) no es ETA sino esa red de complicidades y connivencias del nacionalismo y en torno al nacionalismo. ¡Qué silencio en torno al sistema electoral, ciertos privilegios forales y determinadas competencias autonómicas, cuando se habla de la reforma constitucional posible! Parece que se les ha asignado una situación de impunidad política y jurídica a los nacionalistas, algo así como la inmunidad paralmentaria de la que se vale Tardà para transgredir su condición de diputado nacional.
Un airado periodista, J. Mª Noguerol, clamaba, muy acertadamente en mi opinión: «Mencionar al maligno siempre trae toda suerte de desventuras… Matan, mierda, aunque sólo seanj unos pocos, pero siempre dicen representar a los mismos: a las esencias, a las patrias, a la nación, a su puta madre. Porque en nombre de todo eso ha tenido que morir un emrpesario vasco, creo que vasco,… La máxima cobardía ante estos hechos es el silencio comprensivo, condena racional, tan a la moda en ese partido fascista llamado PNV (sí, fascista: lean, por favor, los texstos fundacionales de Sabino Arana; la pírrica condena de los peperos descabezados, que han perdido con María San Gil un referente lógico aunque insoportable; la insignificante situación de los socialsitas vascos… ¿De qué estamos hablando siempre? De las putas naciones, llámense España, Euskadi, Cataluña o Francia. Por favor, disuélvanse de una vez por el bien de la humanidad. Como decía Jorge Guillén, cada vez que oigo la palabra patria, huyo porque empeieza a correr la sangre».
El insoportablemente cínico silencio partitocrático y el miedo social. Un drama cívico y político, sólo respirable por las espitas que han abierto los movimientos cívicos y sociales de resistencia y lucha por la libertad. Un inmenso exilio interior. Eso es el infierno nacionalista vasco, del que se desentienden y silencian los buscadores de víctimas de la represión, los progres buenistas, la izquierda representada en el régimen partitocrático, los sindicatos subvencionados y los peperos posibilistas.
Hay predicadores, como I. Gabilondo, que dice que ese infierno dejaría de existir de la noche a la mañana si la sociedad vasca tomara cartas en el asunto… Pero, si los vascos como él no se mojan y, encima, se veda ese campo político a la acción de la fuerzas democráticas españolas, si no se reconoce el llamado conflcito vasco es un asunto de la política y de la democracia española (como afirman e insisten Teo Uriarte, F. Savater, J. Juaristi, J.. M. Llera y tantos otros), ¿cuál es la milalgrosa «solución»? Muchos siguen pensando, me parece, en un buensita «proceso de paz» II. Una batalla de los demócratas españoles y europeos, diría yo.
Noguerol hace referencia de pasada al protofascista Sabino Arana. El otro día me acordé de quienes respetan y consienten la pervivencia de su nombre en placas de calles de Barcelona o Bilbao a la vez que se niegan a que un placa en las paredes del Congreso (o donde fuera) llevara el nombre de una antigua inquilina llamada Sor Maravillas.
Rafa N. (8.12.2008)
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BOLETÍN INFORMATIVO Nº 40 UPyD (5.12.2008)
Queridos amigos
A las puertas de la celebración del treinta aniversario de la Constitución Española, ETA ha puesto sobre la mesa otro asesinato para revalidar su posición tras la detención de Theroki, el que hasta el momento era considerado el jefe del aparato militar de la banda terrorista.
La empresa de Uría era adjudicataria de las obras del AVE vasco, pero podía haber recibido la concesión para instalar el alumbrado de un pueblo o para realizar un camino comarcal. Lo que ETA ataca no es una línea férrea. Ni siquiera el desarrollo de la Comunidad Autónoma Vasca. Lo que ETA ataca es la libertad.
No debemos olvidar que tras la estrategia terrorista queda el dolor y la tragedia de otra vida truncada y otra familia rota. En estos momentos, no hay mejor homenaje al empresario que exigir una vez más al Gobierno de la Nación que proceda a la disolución de los ayuntamientos de Acción Nacionalista Vasca (ANV). Así lo dijo Rosa Diez tras el atentado.
Todos sabeis que UPyD formalizó hace meses en el Congreso una proposición no de ley instando al Gobierno a disolver las corporaciones locales gobernadas por ANV. Lo que UPyD pedía en esa iniciativa es que utilice el artículo 61 de la Ley de Bases de Régimen Local para disolver los ayuntamientos. ¿Si se ha hecho con el consistorio de Marbella, por qué no se va a utilizar para el caso de ANV?
Lo que más hará que ETA pierda la esperanza es vernos unidos a los demócratas, utilizando contra ellos todas las herramientas jurídicas que pone a nuestra disposición el Estado de Derecho y haciéndoles ver que, gobierne quien gobierne, no van a conseguir nada. Seguiremos luchando para que no siga en juego la vida de los ciudadanos y para acabar con el más grave de los ataques a la libertad, a la Constitución de 1978, y a sus principios democráticos: el terrorismo.