Como dos gotas de agua

Ibarretxe y López, pasado y presente de EuskadiCiudadanía y ley democrática frente al aroma del viejo lema de Sabino Arana «Dios y ley vieja»

La toma de posesión de Patxi López como nuevo lehendakari ha constituido una ceremonia simbólica de primer orden. Primero por el cambio en la fórmula de aceptación del cargo, hasta ahora basada en un texto, reflejo de la huella carlista, preliberal y de antiguo régimen, que empezó a ser utilizado por José Antonio Aguirre, el primer lehendakari, en 1936. Decía así: «Ante Dios humillado, en pie sobre tierra vasca, en recuerdo de los antepasados, bajo el árbol de Gernika, juro desempeñar fielmente mi mandato». A este anacrónico texto, Carlos Garaikoetxea le añadió en 1984, antes de ser expulsado del PNV y para modernizarlo un poco, «ante los representantes de la soberanía popular».

Anteayer, el nuevo lehendakari, en el interior del Parlamento, escuchó el real decreto de nombramiento y prometió ejercer su cargo de lehendakari y de representante ordinario del Estado «con lealtad a la Corona, al Estatuto de Autonomía de Gernika y demás leyes vigentes». Después, para salvar la tradición, ya en el exterior, volvió a recuperar lo recuperable del viejo texto sometiéndolo a significativos modificaciones: «De pie en tierra vasca, bajo el árbol de Gernika, ante vosotros, representantes de la ciudadanía, en recuerdo de los antepasados, desde el respeto a la ley, prometo desempeñar fielmente mi mandato». Además, Patxi López no juró sobre la Biblia y ante un crucifijo sino con la mano puesta sobre el Estatuto.

Los cambios son elocuentes: representante ordinario del Estado, lealtad a la Corona y al Estatuto, respeto a la ley vigente, sin humillarse ante nadie, «de pie» en lugar de «en pie» (de guerra, claro) y con referencia a la representación ciudadana y no a la soberanía. En definitiva, ciudadanía y ley democrática frente al aroma del viejo lema de Sabino Arana «Dios y ley vieja». Todo un baño de laicismo y Estado de derecho.

Pluralidad, tolerancia, igualdad, libertad. Esos son los valores democráticos que debe comportar el cambio. Salir del callejón, por supuesto hasta ahora sin salida, en el que estaba encerrada la política vasca: quiénes son vascos y quiénes no lo son. Efectivamente, el nuevo Ejecutivo debe esforzarse en demostrar que su gobierno es el de todos los vascos y que es posible – y además muy sencillo-que un gobierno no nacionalista respete los derechos de todos los ciudadanos, incluidos, por supuesto, los nacionalistas.

Ello quedó reflejado, además, en los dos bellísimos poemas que leyó López, uno del escritor vasco Kirmen Uribe y otro de la premio Nobel polaca Wislawa Szymborska. Este último expresa especialmente los nuevos aires del Gobierno recién constituido. Dice así: «Nada sucede dos veces (…) Ningún día se repite, ni dos noches son iguales, ni dos besos parecidos, ni dos citas similares. Entre sonrisas y abrazos, verás que la paz se fragua, aunque seamos distintos, cual son dos gotas de agua».

Francesc de Carreras, Catedrático de Derecho Constitucional de la UAB

La Vanguardia (9.05.2009)

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