El gran Félix de Azúa habla de algo que me parece muy importante destacar, y es ese falso progresismo a través del cual se redimen ciertos españoles que no viven en comunidades detentadas por el nacionalismo. Me refiero a los del pañuelo palestino y a los que van a los conciertos de Lluís Llach que no viven ni en Cataluña ni en el País Vasco, por ejemplo. Engendros delirantes como el partido Izquierda Castellana sería el caso extremo, pero también me refiero a todas aquellas personas que se consideran progresistas y que observan con cierta simpatía o condescendencia el fenómeno del nacionalismo separatista. Es un fenómeno lamentable que dista mucho de haber ido aminorando. Y más grave es aún el caso de los ciudadanos que sí viven en regiones gobernadas por nacionalistas pero que optan por meter la cabeza en un agujero del suelo como las avestruces.