Un hecho simbólico como que el PP no haya querido condenar la dictadura fascista de Franco le retrata. De la misma forma que los partidos nacionalistas o el mismo PSOE justifican y dan alas -o subsisten gracias- a ETA, el PP es un partido ligado a lo que fue el franquismo. No es necesario recurrir a la invasión de Irak y al apoyo de José Mª Aznar a aquella operación imperialista para restarle al PP toda su credibilidad. Pero ahí está: resulta que el PP es el segundo -o el primer- partido español en número de votos. Es también el partido con mayor número de afiliados, y puede volver a gobernar España dentro de poco. El PP -como la monarquía- no deja de ser un espantajo -aunque demasiado real- que sirve para justificar todas las razones o sinrazones de los enemigos de España dentro de la misma España. Sus políticas reaccionarias y su connivencia con lo que fue una de las etapas más negras de nuestra Nación le desautorizan para casi todo. Cada vez que el PP clama contra los nacionalistas -pese a no alejarse tanto de sus políticas y de desear volver a juntarse con ellos para gobernar- está lanzándoles un balón de oxígeno. Me gustaría que esta evidencia lo fuera también para la dirección y los miembros de UPyD, entre los cuales hay ex miembros del PP y bastantes personas de derechas, porque todo lo que sea vincular el no-nacionalismo con la derecha y el liberalismo económico es auténtico veneno para el no-nacionalismo. Lo comprobamos y lo seguimos comprobando en Ciudadanos, y puede que ya lo estemos comprobando en UPyD sin darnos cuenta. Estoy convencido de que continuar por este camino significará un desastre a medio plazo.