Dos de los días más importantes de la historia de Cataluña en menos de tres meses. El primero fue el enfrentamiento de los trabajadores del cinturón barcelonés contra la clase política catalanista el 11 de Setiembre. El segundo día ha sido hoy. Hemos asistido a la humillación mediática de tres gángsteres catalanistas a través de las instituciones de lo que ellos llaman «l´Estat espanyol». No faltó uno de los implicados en el ya viejo caso Millet, Àngel Colom, para recuperar el manido salvoconducto de Jordi Pujol y vociferar, antes de este nuevo escándalo, que todo se debía a una conspiración de España y del socialismo contra Cataluña. Ésta última vez ha sido el delirante Salvador Sostres el que ha utilizado la misma fórmula. Me gustaría pensar que ya nadie les cree. Que los catalanes vean lo que significa asistir a un ejemplo de democracia en acción. La separatista rebotada Pilar Rahola lo ha dicho: «menos mal que no somos independientes». Que la gente vea por qué los nacionalistas nos pretenden separar del resto de España, por qué tanta insistencia en montar un chiringuito «propi». La Generalitat catalana, detentada por el nacionalismo, es un sindicato del crimen, un mercado de ladrones.
