Entrevista a Juantxo López de Uralde
El director ejecutivo de Greenpeace en España estuvo 21 días preso tras desplegar una pancarta durante la cena de gala que dio la reina de Dinamarca el 15 de diciembre | «España debe ayudar a que la UE recupere su liderazgo contra el cambio climático» | «Hay que dejar de criminalizar a las renovables, ayuda a reducir emisiones»
Antonio Cerrillo.- Juantxo López de Uralde, director ejecutivo de Greenpeace en España, fue uno de los cuatro activistas que se colaron en la cena de gala que dio la reina de Dinamarca el 15 de diciembre a los líderes presentes en la conferencia de clima. Su osadía al desplegar una pancarta en palacio le llevó a estar 21 días en la cárcel. Pero no se siente héroe. Él dice que, simplemente, milita en la protesta pacífica.
Sintió miedo.
Miedo no sentí en ningún momento porque siempre estuve en celdas cercanas a las de mis compañeros. Si sentí, en cambio, mucha preocupación, angustia por lo que podía estar pasando fuera e incertidumbre por la situación legal.
¿Cómo le trató la policía?
Primero me llevaron al Guantánamo del clima, una especie de cárcel que había creado para los manifestantes, luego me llevaron a una comisaría, en donde estuvo 24 horas en una celda de aislamiento, con una cámara de televisión y con la luz las 24 horas encendidas, y luego, a la cárcel. He encontrado de todo. Encontramos policías que incluso nos mostraban su respeto por lo que habíamos hecho y había quienes parecía que estaban gozando de que fuéramos a la cárcel. Y también hemos visto que la propia forma de ser de los daneses es muy estricta. No había la más mínima flexibilidad. Por ejemplo, por la mañana, a la hora del desayuno, teníamos que informar si queríamos ducharnos o teníamos otras necesidades. Pero si te se olvidaba decir que querías ducharte, porque tenías muchas ganas de hacer pis y se te olvidaba todo lo demás, ese día no te duchabas. Y no había ninguna posibilidad de hacerlo. «Oiga, que me he olvidado, que quería ducharme», le decías. «Nada, nada, eso hay que decirlo por la mañana…». Y lo mismo con la posibilidad de visitar a un compañero por la tarde. Si se te olvidaba pedirlo al mediodía, te quedabas con las ganas. Son de un estricto total.
¿Qué impresión le causa todo lo ocurrido?
Se criticó mucho la falta de organización de la conferencia o cierta incapacidad para improvisar una solución ante los miles de personas que quisieron entrar y que no pudieron… -El gobierno de Dinamarca se propuso que, en ningún caso, la sociedad civil tuviera una presencia determinante en la cumbre. La retirada de las credenciales para que las ONG pudieran entrar en el palacio de congreso, las detenciones masivas o la represión contra nosotros demuestran que se aplicó un estado de excepción contra la sociedad civil. Se aplicó con el máximo rigor la represión.
¿Recuerda algo parecido?
No. En el interrogatorio que me hicieron los policías el último día, lo cual indica su interés indagatorio, les dije que en el mes de noviembre se había organizado una cumbre del clima previa en Barcelona, en la que Greenpeace realizó numerosas acciones de protesta y hubo manifestaciones, sin que se registraran ningún detenido. Y les dije que asumir el criterio de que las organizaciones de la sociedad civil son un consorcio conspirativo contra el gobierno de Dinamarca no tenía nada que ver con la realidad.
La policía debía estar perpleja por una acción muy bien pensada, ¿no?
Pues, en contra de lo que la gente pueda pensar, se preparó en muy poco tiempo. El día 11 de diciembre se celebró la cumbre de jefes de gobierno de la UE, en la que ya se hizo algo parecido: dos activistas salieron de un coche oficial y se colaron en la caravana oficial. Salió bien, y pensamos: «por qué no hacemos algo parecido en Copenhague?» Y se pudo hacer porque hubo muchos agujeros en la seguridad danesa.
¿Volverá a Copenhague?
Tengo pendiente que se concreten las acusaciones, y es probable que tenga un juicio.
Pero ¿volverá, si hay juicio?
Sí, sí. Si hay juicio, claro que volveré. No me apetece; pero Greenpeace siempre responde ante la demanda policial. Ése es uno de los motivos por los cuales el encarcelamiento no tenía ni pies ni cabeza. Uno de los motivos que adujeron para no liberarme era el riego de fuga, cuando en realidad los militantes de Greenpeace nunca nos fugamos. Asumiré mi responsabilidad. Ojalá que la acusación entre dentro de los cauces de la proporcionalidad e las protestas que nosotros hicimos.
¿Le consta que el Gobierno español hizo alguna gestión para liberarlo?
Sí; me consta que el Gobierno español, efectivamente, se ha movido y estamos agradecidos por ello. Creo que todo esto es consecuencia del movimiento social y de protesta que se ha producido, pero creo que sin esa ayuda y todo lo demás, aún estaríamos en la cárcel.
¿Le llamó la ministra Elena Espinosa?
Me llamó la ministra cuando salí de la cárcel. Estuvo muy amable; me felicitó por salida, y me mostró su indignación por todo lo que había sido organización de la cumbre de Copenhague. Y mi impresión es que compartía mi diagnóstico de lo que estábamos hablando. Y es que realmente esto había sido un desastre total.
¿Qué reflexiones le vienen a la cabezas con todo lo ocurrido? Ha sido doloroso para usted, pero ha logrado llamar la atención sobre la necesidad de tomar medidas contra el cambio climático, que es lo que ustedes querían.
Mi reflexión es que cuando un gobierno actúa de una manera autoritaria, antidemocrática y abusando del poder para reprimir una protesta pacífica corre el riesgo de que todo esto se le vuelva en contra. Y creo que eso es lo que ha pasado en este caso. La acción que llevamos a cabo entra dentro de nuestra tradición de querer llevar a cabo acciones imaginativas y espectaculares. Y debemos continuar buscando la manera innovadora de llamar la atención sobre los problemas medioambientales que queremos denunciar.
¿Cómo valora el resultado de la cumbre de Copenhague?
Estuvimos en la cárcel sin saber lo que estaba pasando fuera, porque sólo recibíamos las visitas de abogado o de la embajada…
Pero una vez reconstruido urgentemente el puzzle, ¿cuál es su balance?
Para nosotros, Copenhague ha sido una oportunidad perdida. Los líderes fueron incapaces de llagar a un acuerdo que realmente pusiera cifras a ese objetivo de evitar que las temperaturas medidas globales aumenten más de dos grados centígrados y demostraron que, desde nuestro punto de vista, no fueran líderes, sino que defendieron intereses de sus países.
¿Cómo evolucionará la lucha mundial contra el cambio climático? China ha aparecido como una potencia poco transparente sobre su voluntad real de contribuir a la lucha contra el cambio climático…
No hay duda de que hemos visto una bipolarización muy grande entre China y EE.UU. y que ahí está una de las claves de lo que puede pasar a partir de ahora. Nosotros creemos que de cara a la conferencia de México de noviembre hay que cambiar de estrategia. No podemos llegar a esta conferencia repitiendo los mismos errores. Hemos visto cómo Estados Unidos culpaba a China de fracaso, y China, a Estados Unidos, mientras la UE ha perdido su liderazgo. Y, en este sentido, la UE debe reflexionar sobre su papel.
Y ¿qué puede hacer España al frente de la presidencia rotatoria de la UE este semestre?
España debe abandonar la estrategia de esconderse en el pelotón y tiene la oportunidad de asumir el liderazgo para posibilitar que la UE recupere su liderazgo. Pero para ello sería necesario que tuviera una actitud mucho más activa de la que hemos visto en la fase previa a la cumbre de Copenhague. Y esa postura retraída es la que hemos podido constatar con la ausencia del presidente Rodríguez Zapateo en la conferencia previa de Barcelona, celebrada en noviembre. Es algo que nadie ha explicado ni hemos conseguido entender. España tiene ahora una oportunidad única para levanta esta bandera y llevar a Europa a un nuevo liderazgo.
¿En qué prioridades debe centrase el Gobierno?
Las organizaciones ecologistas venimos diciendo desde el inicio de la legislatura que la política ambiental ha bajado en el escalafón de la preocupación del Gobierno y eso debe corregirse. Si eso no se corrige, no sólo existe el riesgo de que no se avance, sino que se pongan obstáculos.
¿Y lo ha habido?
Sí. Son ejemplos la actuación del Ministerio de Industria, lo que se está haciendo con las energías renovables o la falta de soluciones para los problemas de protección del litoral, con litigios pendientes de resolver.
¿Y en el ámbito de las energías renovables a qué se refiere?
Me refiero a los sucesivos decretos sobre las renovables, que han contribuido a criminalizar estas fuentes limpias; o a la difusión de la falsa idea de que las primas a las renovables son la causa de la deuda de la tarifa eléctrica; o la política de ayuda al carbón. Todo esto ha pasado en el último año. España tiene la experiencia suficiente para hacer de las renovables un auténtico banderín de enganche de cara a la reducción de las emisiones globales… Según acabo de leer, las energías renovables redujeron el año pasado las emisiones de CO2 en España un 21%. Eso está ahí; pero el gobierno de lugar de profundizar en el apoyo a estas políticas, opta por lo contrario.
Habrá quines dirán que lo que está haciendo Greenpeace es instrumentalizar su detención, crear un héroe y convertirlo en mártir…
En ningún momento, quisimos ser mártires de nada. Yo fue a la conferencia para trabajar a favor de un acuerdo ambicioso y justo. Pero nos encontraos sin credencial, sin posibilidad de entrar y viendo que la cumbre se nos iba a las manos. Y por eso lo que hicimos fue una protesta para que la cumbre fuera un éxito. Todo lo demás es consecuencia de la propia actuación del gobierno danés. Que los gobiernos dejen de aplicar política represivas contra las protestas pacíficas y así evitarán generar mártires. Es así de simple.
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LA FUERZA TRANQUILA
López de Uralde se ha revelado como un hombre de paz en su organización. Cuando sustituyó a Xavier Pastor al frente de Greenpeace en España, pocos daban un duro por él. Pastor lo había sido todo; pero acabó siendo expulsado por sus polémicas decisiones.
La junta directiva de la ONG tardó en encontrarle un sustituto. Y el elegido fue este donostiarra nacido en 1963, que había dirigido la campaña contra los productos tóxicos en Greenpeace Internacional. López de Uralde cerró heridas sin una caza de brujas, pacificó una entidad muy profesional y volvió a ilusionar a los 100.000 socios dirigidos por el talante de la fuerza tranquila.
La Vanguardia (10.01.2010)