Bueno, pues a Rosa Díez no la han «pillado» como les ha sucedido a otros representantes de UPyD menos versados en política. No la han pillado teniendo en cuenta lo que es UPyD, un partido que siempre camina en la cuerda floja por el difícil encuadre de su filiación ideológica y que está intentando sellar su propia marca ante la opinión pública. La fuerte centralidad que de la gestión del partido hace su dirección evita que acabe transcurriendo por los derroteros que están siguiendo algunos ex afiliados. Pero la amenaza subsiste debido precisamente a esa transversalidad que no convence del todo a nadie, y que podría convertirse en otra cosa -y empeorar la situación-si la dirección empieza a removerse, saltan algunas piezas y entran otras. UPyD es un partido con las ideas muy claras en las materias en las que coincidimos todos los defensores de la unidad de España que nos consideramos de izquierdas, pero en otras cuestiones puede acabar siendo un partido atrabiliario.
