Hace 20 años, exactamente la tarde del 29 de mayo de 1991, ETA mataba a diez personas, algunas muy pequeñas, haciendo estallar un coche bomba contra la casa cuartel de la guardia civil en Vic. La imagen del atentado, obra de Pere Tordera, fue la del guardia civil que llevaba entre sus brazos a una niña herida, sin pie. Hoy le hubieran cortado el pie otra vez para no herir la sensibilidad. Es una foto inmensa, un orgullo del periodismo y de la vida. Vuelvo a verla, y al guardia, en el reportaje de David Fontseca que dio el domingo Antena 3. En ese trabajo hay una escena que me quita el sentido. Un hombre que dice: «Yo era el guardia de la puerta». Y que se culpa, suavemente, sin estridencias, profundamente, porque por esa puerta pasó el coche asesino. «Era mi servicio». Todo lo que dice, y también su forma de mirar adentro, es de una gran nobleza desolada. «Yo era el guardia». Es muy grande, pero la nobleza del caso se acaba en esos guardias triturados.
Nadie en Vic salió a la calle para llamarles a los asesinos por su nombre de pila. Ni aquella tarde ni al día siguiente ni nunca. Eso se apreciaba mejor en el exquisito reportaje que sobre el caso dio hace algunas semanas TV3. Hace dos años, dos, se avinieron a poner un placa en el lugar de los hechos: «A todas las víctimas del terrorismo». Otra exquisitez. Todas. Un disparo por elevación. La solidaridad con las víctimas remotas cubre nuestra indiferencia hacia las próximas. En cualquier caso en la lengua está todo. Nunca hubo el atentado de Vic. Como, al contrario, sí hubo el atentado de Hipercor. El atentado contra la casa cuartel de Vic: eso es lo justo y necesario. Apenas dos años después de la matanza sí salió Vic en manifestación airada. Para protestar por que fueran a reconstruir el cuartel cerca de una escuela. A ver si al final van a darnos a nosotros. Lo que a mí siempre me ha fascinado del pueblo, más que su sentido ético, es el estético.
El atentado de Vic fue muy importante desde el punto de vista de la nobleza de los hombres y de las cosas. Dos días después de la bomba el entonces portavoz de Esquerra Republicana escribió aquella frase inolvidable en carta abierta y franca a ETA: «Sólo me atrevo a pediros que, cuando queráis atentar contra España, os situéis, previamente, en el mapa». Ya sé que Carod ha sido muy criticado por esta frase. Por la enjundia moral, deduzco. Pero lo peor es el aparato intelectual. La frase es una bobada técnica. ETA se había situado muy bien, y previamente, en el mapa. Aquel cuartel ni era Vic ni era Catalunya. Lo prueban estos 20 años. Lo prueban hasta ayer, cuando este Mas presidente no asistió al acto de aniversario. Cuando queráis llorar a España, me atrevo a pediros.
Arcadi Espada
Diarios de Arcadi Espada (31.05.2011)
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