Ya lo apuntaba Fernando Savater, hace unas semanas: «La única pregunta ahora pertinente es: cuando ETA vea que el Estado de derecho no se suicida para complacerla, cuando compruebe que las cárceles no se abren por mágico conjuro y que no hay mesa de partidos, sino el ya establecido juego parlamentario en el marco constitucional…¿seguirá resignándose a perdonarnos la vida o volverá a las criminales andadas?». Esta exigencia última de ETA nos vuelve a la senda de la realidad fanática radical que representa.