Por tanto, informar y opinar tienen funciones distintas. Las informaciones y opiniones influyentes se canalizan a través de los medios de comunicación. En los últimos años han adquirido un gran peso en este campo las tertulias: diversos invitados debaten sobre un tema de actualidad bajo la batuta del director del programa. Las tertulias sólo tienen valor en la medida en que se utilicen buenos argumentos y se expresen puntos de vista distintos. Ambos factores son cada vez más infrecuentes ya que, o bien sus participantes adoptan el estilo hooligan de ciertos aficionados al fútbol, o bien se les induce a formar parte de una coral en la que no deben desafinar. Afortunadamente hay excepciones, cada vez más raras.
Es difícil a veces diferenciar en las tertulias la información de la opinión, tal es la velocidad con la que discurre la conversación y el natural desorden expositivo de quienes en ellas intervienen. Así, con frecuencia se deforman los hechos y se expresan falsedades que ninguno de los participantes aclara por ignorancia o mala fe. La semana pasada, al escuchar alguna de las tertulias catalanas, me entretuve en apuntar ciertas falsas informaciones -no opiniones- que se reiteran con total impunidad sin que sean rebatidas. Veamos algunas de las más notorias, ligadas a la actualidad política.
a) «En España no hay federalistas, sólo los hay en Catalunya». Falso de toda falsedad. La mayoría de la doctrina especializada considera que la España de las autonomías es un modelo federal y lo que proponen es culminarlo con una mayor integración de las comunidades autónomas en el Estado. Asimismo, entre los no especialistas, tal como se puede leer estos días en la vilipendiada prensa madrileña, son también mayoría los que reconocen que España pertenece a la gran familia de estados federales y que hacen falta algunos retoques para mejorar su funcionamiento. El mismo PSOE propone desde hace años acabar de perfilar el actual Estado de las autonomías en la línea federalista y el informe del Consejo de Estado del año 2006 sobre la reforma constitucional va en esta misma línea. Hay muchos federalistas en España. No sucede igual en Catalunya: ni el Estatut de Catalunya del 2006, ni mucho menos la propuesta aprobada por el Parlament en el 2005, son federales. Sí, en cambio, da indicaciones en sentido federalista la sentencia del Constitucional sobre el Estatut.
b) «Nadie quiere reformar la Constitución, un texto que se considera intocable, casi sagrado». Nada que ver con la verdad. Desde hace muchos años las propuestas de reformar en ciertos aspectos la Constitución se han venido sucediendo y ahí están libros y artículos en revistas especializadas, además de programas políticos -la misma propuesta de Zapatero en su primer discurso de investidura- y columnas periodísticas. Sin ir más lejos, hace poco más de un año se reformó el artículo 135 y creo que hablar de fundamentalismo constitucional, en el sentido de que su texto es intocable, sólo indica ignorancia o desatino, muy probablemente las dos cosas.
c) «El Estado no paga a la Generalitat lo que le debe». Para ello se utilizan dos ejemplos. Primero, los famosos 759 millones de inversión en infraestructuras del 2008 previstas en la disposición adicional tercera del Estatut. Falso: esta disposición fue desprovista de carácter jurídico -como era obvio- por la sentencia del TC y no hay pendiente deuda alguna. Segunda, no se han pagado los 1.459 millones del fondo de competitividad previsto en la Lofca. También falso: a la Generalitat simplemente se le ha denegado el anticipo de esta cantidad -algo razonable dada la situación financiera- porque las asignaciones de este fondo, según la ley, han de pagarse en el 2013. Precisamente lo que sucede es lo contrario: la Generalitat está en deuda con el Estado al anticipar este, desde hace meses, ciertas cantidades para que pueda pagar a final de mes a funcionarios y proveedores.
Estas son algunas falsedades habituales. Tengo apuntadas muchas más y seguiré apuntando. El problema es de fondo. Catalunya se ha ido convirtiendo en un país desinformado. Falsos tópicos se repiten como si fueran verdades. Nadie replica. La intención es, naturalmente, tendenciosa: sembrar la idea de que la independencia de Catalunya está justificada por la incomprensión, la falta de diálogo y el maltrato financiero que España le dispensa. Cuando una mentira repetida mil veces se convierte en verdad oficial la democracia está en peligro.
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