Robles pedía nombres y se los voy a dar. Algunos, pocos, evidentemente sin ánimo exhaustivo -es imposible conocer el numero de traidores-. Todos los que siguen son castellanoparlantes; emigrantes o hijos de la emigración en Cataluña que han sabido adaptarse a las circunstancias adversas, aún a costa de sacrificar principios sagrados como la libertad o la igualdad de sus conciudadanos
‘Los Kapos no eran nazis; eran deportados, pero deportados de confianza de los nazis, que gozaban de ciertos privilegios a cambio de servir incondicionalmente a los amos absolutos, los SS, en todas las tareas, incluso las de asesinos y verdugos. Esos privilegios podrán parecer humildes a cualquier ciudadano de nuestros países, pero en las condiciones infrahumanas de los campos les permitían permanecer con vida y buena salud, mientras que en torno suyo los demás deportados morían como moscas. En esas condiciones se trataba de privilegios exorbitantes’ (Carlos Semprún, en ‘Kameraden Polizei: Kapos’, La Ilustración Liberal).
En una división totalitaria de la sociedad como pretenden los amos nacionalistas catalanes, basada en criterios fundamentalmente etnolingüísticos y donde sólo se admite el pensamiento único resumido en el eslogan Un poble, una nació, una llengua, también son necesarios sus kapos, su personal de confianza que mantenga a los foráneos -charnegos en su jerga malintencionada- de lengua materna castellanoparlante tranquilos, ajenos a la realidad de su situación, para que como corderos que van al matadero, no molesten más de lo estrictamente necesario. Por supuesto -y a diferencia del referente teutón- nada de imposiciones brutas ni evidentes, siempre se empieza por sutiles formas de acoso moral para llegar a alcanzar in crescendo el objetivo perseguido: la secesión uniformadora.
Siguiendo a Antonio Robles, ‘ante la imposibilidad de dar una explicación al silencio de los castellanohablantes despojados de sus derechos lingüísticos en Cataluña, adopté el concepto de síndrome de Estocolmo para describir la sumisión social al nacionalismo. […] Quiero describir con más detalle aquella metáfora. Pero ahora con un concepto aún más exacto: El Síndrome de Catalunya. Para ello me he valido del concepto psicoanalítico de complejo de inferioridad, en diversas variantes, como respuesta a una situación conflictiva que causa frustración, intranquilidad, miedo, angustia o desajustes con el entorno. En términos freudianos, se trata de un mecanismo de defensa, es decir, de una de las maneras adaptativas inconscientes que posee el individuo para resolver esos conflictos y reducir la angustia que le producen’.
En el referido artículo, Robles hace una consideración que comparto plenamente:
‘Aunque parezca una exageración, considero que todos los que residimos hoy en Cataluña padecemos en mayor o menor medida este síndrome: unos porque lo imponen, otros porque lo soportan, otros porque caen en su patología, y los demás porque han de padecer la dialéctica patológica de una sociedad enferma de nacionalismo. Como las gripes, hasta quienes no las padecen viven la tensión y la incomodidad de su prevención’.
Continúa dividiendo la patología en múltiples categorías –hasta seis, nada menos-, calificando de ‘los peores’ a los castellanohablantes que califica como ‘conversos’; mis kapos más indeseables. ‘Son personalidades quebradas que, ante la insoportable carga de una identidad inapropiada, han optado por adaptar la personalidad de sus verdugos. Son radicales y extremistas, votan y militan en todos los movimientos nacionalistas independentistas que pululan alrededor de CiU y ERC’.
Robles considera una ‘paradoja monumental’ el constatar la ausencia casi total de trabajadores manuales del cinturón industrial conscientes de las patrañas nacionalistas. ‘Los más perjudicados, los menos conscientes; los mejor preparados y con menos flancos flacos para ser apartados del prestigio social, los más rebotados’. Sin embargo, ello debe atribuirse a labor llevada a cabo de ingeniería social por los nacionalistas en el poder desde el año 1980 cuando alcanzó la presidencia de la Generalidad de Cataluña su líder absoluto Jordi Pujol -nada más, ni nada menos que hace 32 años-, pero, también, a su labor en la sombra, durante los años del franquismo, en las que acuñó términos como: ‘Ejército de ocupación’ para referirse a los inmigrantes en Cataluña mostrando, asimismo, su cara más racista.
‘Sin lugar a dudas, es el gran culpable. Siempre supo adónde iba. Puso en marcha todas las políticas lingüísticas tramposas y excluyentes. Sin hacer ruido, impidiendo con jueces, periodistas, maestros, curas y muchas complicidades empresariales que el acoso moral fuera percibido como una agresión. El victimismo desplegado ha sido tan generalizado y teatral que casi nadie, fuera de los círculos activistas en defensa de los derechos castellanohablantes de Cataluña, ha podido o querido enterarse’.
Sin duda, esta labor no hubiera sido posible, o, al menos, no de forma tan sencilla sin la colaboración interesada de esos kapos:
‘Patéticos personajes que han de hacerse perdonar su atrevimiento a través del sacrificio de los propios compañeros. La impostura es doblemente canalla: se niegan a ellos mismos y niegan a sus propios amigos para justificar su arriesgado comportamiento. Algún día habría que dar nombres y apellidos: algunos muy mediáticos; otros, patéticos; todos indignos‘.
Robles pedía nombres y se los voy a dar. Algunos, pocos, evidentemente sin ánimo exhaustivo -es imposible conocer el numero de traidores-. Todos los que siguen son castellanoparlantes; emigrantes o hijos de la emigración en Cataluña que han sabido adaptarse a las circunstancias adversas, aún a costa de sacrificar principios sagrados como la libertad o la igualdad de sus conciudadanos. Sin ellos y sin gente como ellos, la respuesta a la intolerancia hubiese tenido alguna oportunidad; su contribución a adormecer a la ciudadanía negándoles derechos fundamentales fue decisiva -observen el destacado papel de un gran número de miembros del PSC caracterizados por haber ejercido durante años una triple traición: a sus postulados socialistas, a los obreros que decían defender y a los españoles de otras CCAA con los que se federaban a nivel nacional -¿cuándo piensa reaccionar el PSOE?- a cambio de las migajas que les ofrecía la burguesía catalana-:
Miguel Ángel Gimeno Jubero (aragonés de Binéfar, Huesca); actualmente presidente del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC). Ya hace tiempo que se acusa al TSJC de avalar la política lingüística de CiU pese a que resulta evidente su inconstitucionalidad.
Pilar Fernández Bozal (barcelonesa); actualmente consejera de Justicia de la Generalidad de Cataluña. Su salto de la Abogacía del Estado a la Consejería de Justicia, defendiendo las mismas cuestiones desde posiciones ideológicas, absolutamente, opuestas resulta paradigmática del oportunismo.
Carme Chacón Piqueras (de Esplugas de Llobregat, Barcelona); entre otros altísimos cargos, fue ministra de Defensa. Resulta relevante que pese a aceptar la sentencia del TC de 2010 sobre el Estatuto de Autonomía de Cataluña, continuara manifestando públicamente, posteriormente, que se había demostrado que ‘el Estatuto es constitucional’.
Manuela de Madre (andaluza de Huelva); actualmente es vicepresidenta del PSC. Otra ejemplo de oportunismo en política; su salida de la alcaldía de Santa Coloma de Gramanet se asemeja mucho a una huída de los problemas de corrupción que se avecinaban.
Celestino Corbacho (extremeño de Valverde de Leganés, Badajoz); actualmente es diputado autonómico por el PSC; fue ministro de Trabajo; otro de los alcaldísimos que esperaron pacientemente su oportunidad para dar el salto a la gran política sin oficio ni beneficio.
José Montilla Aguilera (andaluz de Iznájar, Córdoba); actualmente es senador, si bien, llegó a ser presidente de la Generalidad de Cataluña. Su acceso al máximo cargo político de la Comunidad Autónoma es de sobra conocido y sobran comentarios; oportunismo arribista de un mediocre sin estudios.
Evelio Vázquez Sánchez (andaluz de Algeciras, Cádiz); actualmente es el jefe de la Guardia Urbana de Barcelona. Su ausencia de respuesta a las demandas ciudadanas para que se respete el bilingüismo en las señales de tráfico como exige el derecho vigente o las manipulaciones en el recuento del número de manifestantes siempre a favor del nacionalismo ejemplifican su posicionamiento y lo hacen corresponsable de los desmanes del mismo.
Josep Mª Àlvarez Suàrez (asturiano de Belmonte de Miranda): actualmente es el secretario general de la UGT de Cataluña. Con su llegada al cargo emprendió una nueva línea política de compromiso con el hecho nacional que se encaminó, entre otras cosas, a reforzar la soberanía de la organización catalana; catalanizándola desde dos vertientes, la lengua y a la vez trabajando por la construcción de un marco catalán de relaciones laborales autónomo.
Francisco García Prieto (andaluz); actualmente es el presidente de la Federación de Entidades Culturales Andaluzas en Cataluña (FECAC). Sus coqueteos con la posible corrupción y su condescendencia interesada con el nacionalismo son más que evidentes.
Justo Molinero Calero (andaluz de Villanueva de Córdoba); actualmente es, entre otras cosas, el presidente del Grupo Teletaxi. Sus manifestaciones le preceden y sirven para retratarlo: “¿Cuándo vas a hablar en catalán, gilipollas?”. ”Los catalanes son demasiados educados […] [tienen que] ser más cabrones [y no cambiar de lengua ante un castellanoparlante]“. “Colgar a Losantos sería poco”.
Nos quedarían muchos y muchos más personajes en el tintero; quizás estos sean los más mediáticos, pero, en cada oficina, en cada fábrica, en cada departamento de una administración pública, en cada escuela, en cada centro de salud, universidad, centro deportivo, medio de comunicación, en definitiva, en cualquier espacio público donde se desarrolla nuestra vida cotidiana, encontramos personajes dispuestos a renegar de sus orígenes, aparcando su dignidad, con tal de perseguir sus objetivos personales.
Busquen detrás de todos y cada uno de los anteriormente señalados -y de aquellos que les acompañan en su vida diaria- y encontraran opacidad, ambigüedad, connivencia -cuando no adhesión incondicional al nacionalismo hegemónico- o en el peor de los casos, en la cuneta a uno o más compañeros que sufrieron en sus carnes el precio de defender la libertad y la igualdad de los ciudadanos.
¿No ha llegado el momento de desenmascararlos y denunciarlos públicamente ahora que nos acercamos a un final de ciclo ante el desafío secesionista? Al fin y al cabo, como dice la tradición latina, Roma no paga traidores; pase lo que pase los kapos no ganarán nunca, pues, el nacionalismo siempre los verá como ciudadanos de segunda, ajenos a su órbita natural, porque, en definitiva, siempre ha disimulado en su seno -en palabras de Mario Vargas Llosa,- “prejuicios étnicos y racistas”.
Nos encontramos, en definitiva, en la fase final de un proceso que nadie, como ya avanzaba Robles, sabe adónde nos llevará: ‘Lo que vendrá ya no depende de nadie, sólo nos queda esperar. El nacionalismo es así de impredecible y peligroso. Una vez creado, no lo controla ni quien lo engendró. Alea iacta est [la suerte está echada]. […] El porvenir es fascismo… y resistencia. Y más sufrimiento’.
¡Que caigan las máscaras y se pongan las cartas sobre la mesa porque ya nada volverá a ser como antes!
Antonio-F. Ordóñez Rivero es miembro de Alternativa Ciudadana Progresista
La voz de Barcelona (12.11.2012)
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