Si la deuda de los Ayuntamientos fuera proporcional a su peso en el conjunto del gasto público, supondría unos 110 mil millones de euros; sin embargo, apenas llega a 36 mil. Sabemos que la situación financiera de los Ayuntamientos no es boyante pero desde luego, en términos de endeudamiento, no tiene color en comparación con la del resto de administraciones. Si en vez de la deuda miramos el déficit, el otro mantra de los tiempos modernos, veremos que éste apenas es la mitad de lo que le correspondería en función, una vez más, del peso que el gasto local tiene en el gasto público total. ¿A qué viene entonces la reforma de los Ayuntamientos? ¿Qué hay detrás de la cortina de humo de los sueldos de los alcaldes y los concejales liberados?
Sin lugar a dudas está la decisión de abrir nuevos espacios de negocio. La expropiación de los servicios sociales a los Ayuntamientos no guarda ninguna lógica con la racionalidad de la gestión que obviamente requiere de la mayor proximidad posible pero posibilita que se puedan privatizar los mismos de manera más simple y directa. ¿Quién anda ahí? Eulen, Clece (ACS), Acciona Servicios, y otros que surgirán. Después de la oleada de privatizaciones de los servicios de aguas viene esta segunda ronda. Del mismo modo debe entenderse la desaparición de los Mercas y la privatización de los abastos: nuevas oportunidades para los grupos logísticos y de distribución. Ahora están más difíciles los megaproyectos y hay que cambiar el modelo productivo (de beneficios).
Es cierto que estamos ante una crisis de régimen, pero la salida no tiene que por qué ser necesariamente la Tercera que soñamos. Otros ya están preparando su propia salida. En estos momentos, de impugnación generalizada del sistema político, resulta que por aquí van a empezar las reformas del sistema institucional. Unas reformas que tienen un tufo que recuerda a la que se hizo en Italia con la excusa de “tangentopoli”. Aquí no hay Alianza Nacional pero hay UPyD; no hay Liga Norte, pero tenemos a CiU. Candidatos a Berlusconi no creo que falten, y “manos limpias”, tampoco. Y algún grupo mediático está ya preparando su Beppe Grillo, por si lo de los sobres de Bárcenas y el culebrón de Nóos se vuelven insoportables.
¿Qué hacer? La situación es muy compleja y no basta con sentarse a esperar al próximo sondeo. Es necesario saber jugar a los dos lados de la raya. La acción de calle al estilo de la PAH; por cierto, el primer éxito tangible del nuevo modo de hacer las cosas. Y socializar sin miedo los recursos institucionales para ir explorando y construyendo la alternativa que desborde a este régimen en crisis. Para tener algo que ofrecer el día que se rompa.
Por cierto, de la deuda municipal total, casi una cuarta parte la tiene Madrid y no viene de los servicios sociales o los mercados, sino de la famosa calle 30. En el ranking de endeudamiento acelerado le siguen Valencia, Málaga y Zaragoza. Entre esas cuatro ciudades suman 10 mil millones de deuda. Seguro que es fácil identificar qué megaproyectos hay detrás.
Javier Navascués es el Responsable de Economía de la Fundación de Investigaciones Marxistas (FIM)
Javier Navascués, Mundo Obrero, 09-03-2013