50 agravios en clave folclórica. Que no decaiga
Paseaba tranquilamente al borde del mar cuando desembarcó de golpe y porrazo de un barco con cuatro grandes velas un numeroso grupo de recitadores, flautistas y timbaleros. Me aparté a un lado porque llevaban una marcha endiablada con unas pancartas alegóricas a un solo pueblo agitadas al compás de una música monocorde, repetitiva y simplista. Enfilaron la calle principal y al llegar a la plaza del 300 de septiembre, montaron una tarima hasta una altura de 7 metros. Un hombre canoso, llevado a hombros por la multitud y vitoreado intermitentemente, fue encaramado a la tarima. Puso los altavoces a su altura, sacó 50 páginas y las dejó en el atril, carraspeó, aludió a un solo pueblo sin fisuras e inició un largo monólogo consigo mismo y con la multitud.
Homs, que así se llamaba aquel hombre, expuso con voz contundente y aguerrida el memorial de agravios que la oligarquía política nacional-independentista tiene contra la España cutre y miserable que no tiene otra cosa que hacer que robar a los catalanes el dinero para inversiones en todo tipo de servicios, lo que les daría una vida feliz. Más de 9.000 millones de euros. De repente, y casi sin darme cuenta, se produjo en mí un fenómeno, no sé si extraño, en todo caso curioso. Noté que ya no me producían curiosidad las palabras de Homs, ni siquiera para saber qué hay detrás de las mismas, ni irritación, ni ganas de polemizar, ni melancolía. En todo caso, indiferencia y más alejamiento si cabe. Era todo tan burdo. Pensé que lo que al menos se le debe exigir a una persona que se erige en representante «d´un sol poble«, es seriedad, que tome a éste por adulto y que no continúe engatusándolo con cuatro superficialidades que no aguantan el más mínimo vistazo, ya no análisis.
Pensar que Homs y unos cuantos más son los autoproclamados «representantes» de este pueblo, da miedo. Miren, yo no tengo nada que ver con Francesc Homs, ni con Artur Mas, ni con Oriol Junqueras, ni con Carme Forcadell, ni con Muriel Casals, salvo que todos pertenecemos al género humano, por imperativo biológico y legal. A mí no me molesta convivir con todos ellos y ellas, pero no soy de «su pueblo«. Continúa asombrándome que todavía, aquí y allá, las gentes que viven de vender su fuerza de trabajo vayan detrás de personajes como Homs, o como Montoro, como Mas o como Aznar-Rajoy, que tantas veces han pactado y aplicado las mismas políticas conservadoras y antisociales, que sí son un verdadero expolio de la economía popular. Y les den apoyo y fuerza para que se coloquen y continúen como jefes del rebaño.
Francisco Frutos, Blog de Francisco Frutos, 17-10-2013
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