Podemos y Vox: nuevos partidos

Podemos y Vox: nuevos partidos

En el mismo tiempo histórico, en la misma semana, se presentan dos partidos nuevos. Uno aparentemente de «izquierda transformadora» y otro aparentemente de «centro-derecha». Uno fruto de una labor de constante presencia mediática en televisión manejando un mensaje izquierdista de corte universitario con algunas pinceladas marxistas pero amparado en los medios digitales de la socialdemocracia (PRISA y MEDIAPRO), otro fruto de una escisión de indignados con la línea actual del Partido Popular que buscan una pureza perdida que ellos también perderán en su momento quizás por otros motivos, porque así es. Ambos quizás vayan a las elecciones europeas aprovechando que a circunscripción es uninominal y así se miden mejor las fuerzas para, fogueándose algunos de sus miembros en Bruselas ganando unos sueldos fantásticos mientras establecen allá alianzas con «iguales» de cara al futuro, preparan su «asalto al Congreso». Estamos hablando de «Podemos», el partido de Pablo Iglesias Turrión, y Vox, el partido de Santiago Abascal. Dos personas jóvenes, nacidas en democracia, con valores opuestos pero con intereses personales no tan opuestos. Un breve análisis que no quiere ser definitivo pero sí orientador de ambas formaciones en formación merece ser realizado.

Podemos (que algunos ya en redes sociales llaman mofándose «Pomada») es el Partido nacido al amparo del éxito mediático de La Tuerka, el programa de la productora CMI que hacía anuncios electorales a Izquierda Unida antaño, empresa capitaneada por el Doctor en Ciencias Políticas, Master en Comunicación Política y actor de teatro de vez en cuando Pablo Iglesias Turrión que, aprovechando la crisis económica actual y la crisis de definición política particular de las izquierdas españolas (y el bajón que el zapaterismo provocó en el PSOE), junto con algunos amigos que, como él, se escindieron en su momento de Izquierda Unida (como la troskista Izquierda Anticapitalista), pretenden ahora presentar una candidatura que fagocite a Izquierda Unida, que al mismo tiempo que llama a la «unidad de la Izquierda» la llame «vendida» buscando una pureza (léase: http://www.larepublica.es/2014/01/juan-carlos-monedero-en-twitter-iu-gobierna-con-el-psoe-con-el-pp-negocia-el-cgpj-y-defiende-a-bankia/) propia de perfectos morales que confunden con la definición política. Me reafirmo en lo que digo: la séptima izquierda es el populismo, del cual Podemos es deudor, pues en su manifiesto se ven todos los rasgos de esta izquierda populista (democracia participativa, nación étnica y nación fraccionaria por encima de la nación política canónica, multipolarismo que ellos llaman «relaciones solidarias entre los pueblos», etc.) pero con rasgos particulares, radicalizando en sentido democratistas algunos rasgos de este populismo al mismo tiempo que se perfilan rasgos propios como el europeísmo («otra Europa es posible») para, desde él, acercarse a Iberoamérica, entre otras cuestiones (ver:http://www.eldiario.es/politica/Pablo-Iglesias-Juan-Carlos-Monedero-candidato-europeas-podemos_0_216278861.html).

Que Izquierda Unida no haya conseguido el poder político en España desde su formación en 1986, que se haya convertido en un mero apéndice del PSOE y que el PCE pueda ser calificado de «menchevique» no quita que no sea demasiado sospechoso que «Pomada» sea un partido que surja como alternativa «antisistema» justo en el momento en que esta alternativa pueda comerle votos a una Izquierda Unida-PCE que estaba subiendo muy mucho en las encuestas, y no es casual tampoco que esa candidatura que quiere crear un «frente de izquierdas» amplio alternativo al PSOE, al PP e incluso a IU, quiera que IU se una a ellos cuando el máximo impulso mediático y político que el líder de «Pomada» ha tenido, el doctor Iglesias, sean precisamente aquellos que más interés tienen en que IU-PCE no suba realmente en votos. Turrión et alii podrían argumentar que son precisamente IU-PCE los que deberían reflexionar acerca de por qué no han conseguido en tantos años una presencia mediática que él en menos de un año (en realidad La Tuerka es un programa que lleva mucho más tiempo funcionando en redes locales y por Internet) ha conseguido de manera espectacular haciendo pensar a algunos que «los va a enterrar». Pero insisto, y más teniendo en cuenta una de las frases favoritas de Turrión que repite como un papagayo: «La política es cabalgar contradicciones». Porque lo malo es cuando las contradicciones le cabalgan a uno y no se da cuenta. Por mucho que él piense que ha roto un «cerco mediático», y sin negar que ciertas personas hayan conseguido escuchar en televisión discursos que le puedan parecer novedosos (no tanto, las ideas de Turrión no son nuevas, se remontan prácticamente a Mayo de 1968), no es casual, repito e insisto, que sean los medios socaldemócratas de PRISA (Cuatro) y MEDIAPRO (La Sexta, Público, ambas pertenecientes además al Grupo Planeta), y liberal-conservadores (Intereconomía, 13TV) los máximos interesados en que el mensaje de Turrión-Pomada llegue a «las masas» justo en el momento en que el bipartidismo PP-PSOE está amenazado por IU y por UPyD.

Porque aunque a corto plazo estas nuevas formaciones hagan daño al bipartidismo, a la larga lo reforzarán porque atomizarán tanto la oferta electoral que al final la gente, cuando la crisis económica escampe un poco, regresarán al redil de los dos grandes partidos y de los grandes caciques regionales PNV y CiU. A la partitocracia le beneficia que haya cada vez más partidos cuando algunos pequeños o medianos empiezan a poner en solfa ciertos elementos del estatu quo. Asi pues, Pomada, lo único que conseguirá será, a la larga, retrasar cualquier avance serio que haya habido en los últimos años frente al régimen de 1978. Con mi voto no contarán por tres motivos:

a) Es un proyecto político que, aún llamando a los comunistas a la «unidad de la izquierda», es eminentemente anticomunista, pues está amparado en poderosos medios que no están interesados en que el comunismo, aún menchevique, del PCE-IU, tenga mayor poder político y mayor representación electoral, por lo que al régimen de 1978 le interesa vender una figura izquierdista «a la izquierda» del PCE que hable de «unidad», de fagocitación pero desde una posición de poder amparada en medios burgueses anticomunistas. Quizás haya que asumir que populismo y comunismo son izquierdas definidas incompatibles y enfrentadas necesariamente entre sí. Y más cuando en España el gran aliado del populismo es la socialdemocracia.

b) Es un proyecto que, aún llamando al patriotismo (ese que confunde ser patriota con solo defender que los hospitales sean públicos), balcaniza España permitiendo referendums secesionistas que destruyan todas las capas y ramas del poder político ascendente y descendente españolas. «Pomada» es un partido político democratista («no nos da miedo la democracia a los demócratas, a la gente decente», repiten sin cesar, sin explicar qué es ser decente por no hablar de como sustancializan el mero hecho de meter un sobre en una urna), anticomunista como he explicado antes, y antipatriota. Ergo es una cosa nefasta.

c) Es un proyecto que, aún obviando todo lo anterior, apela a una cosa que es imposible, esto es: la unidad de la Izquierda. Nunca habrá unidad de la izquierda porque nunca la ha habido, porque es ontológicamente imposible. Porque cuando se habla de «unir a la izquierda» o se habla de «unir a la izquierda que no sea el PSOE» que es como no decir nada pues ello supondría unir a formaciones que son como el agua y el aceite (comunistas, anarquistas, socialdemócratas, liberales de izquierda, maoístas, populistas, troskistas, jacobinos, separatistas, etc.), o se habla de un flatus vocis que encubre, más que unificar, someter como ocurre desde la Transición, a todas las izquierdas a una dominante con mayor poder, y hoy por hoy, y por desgracia, y a pesar de su desgaste, esa izquierda dominante sigue siendo el PSOE. Las izquierdas son varias, opuestas entre sí incluso a muerte en medios y fines, y jamás se unirán. Turrión y «Pomada» (Podemos) son cabalgados por las contradicciones y ni se dan cuenta, porque lo que están haciendo es facilitar a la socialdemocracia del PSOE su resurgimiento desgastando a su mayor enemigo: IU-PCE. Con la inestimable ayuda de la TDT-Party liberal-conservadora, por supuesto.

En lo que a Vox se refiere (partido con nombre de diccionario, que hace apelación, creo yo, a Vox Populi, a voz del pueblo, o al menos, a esa voz del pueblo disidente de lo que consideran degeneración), y que algunos en redes sociales llaman «X-Vox», supone, por encima de todo, el fracaso absoluto de la Fundación DENAES (Fundación para la Defensa de la Nación Española) como institución supuestamente plural que englobaría en su seno a todos los patriotas españoles de izquierdas y derechas para convertirse en una suerte de «movimiento social cívico de masas». Fracaso absoluto ya dado desde su fundación por un exceso de sectarismo ideológico y porque su fundador, Santiago Abascal, era militante conocido del PP. Abascal y los suyos en DENAES consideran que el PP ha cruzado la línea de la traición política en materias como el aborto, la corrupción y, sobre todo, las cesiones al separatismo antiespañol. Por ello, en Vox defienden la recentralización de competencias y el unicameralismo. Yo puedo estar de acuerdo con estas dos cosas, pero claro, mientras se mantenga la Constitución de 1978, las Comunidades Autónomas y la Monarquía, no habrá cambio político real en España en sentido patriótico. Y me temo que esta atomización partitocrática, más que romper con ello, lo fortalecerá. Y lo hará porque si Podemos es un partido que, sobre todo, va a hacer una pinza a Izquierda Unida, Vox, aún haciendo algo de pupa al PP a corto plazo, en realidad será un partido (amparado también en la TDT-Party liberal-conservadora y por medios de información y comunicación neoliberales como El Mundo y Libertad Digital), contra quien irá realmente será con aquellos partidos que también están creciendo al amparo de la crisis económica y nacional española que vivimos y que suponen también una amenaza al bipartidismo y al caciquismo nacionalista periférico, a saber: UPyD y Ciudadanos-Movimiento Ciudadano de Albert Rivera.

Por ello, «Pomada» y «X-Vox», más que una respuesta a los despropósitos del régimen de 1978, son un reforzamiento del mismo a corto y largo plazo, reforzamiento que ya se dio, también por atomismo de oferta electoral, en la época de la Transición. Quizás consigan representación parlamentaria, y quizás ahí su discurso pueda seguir calando al tiempo que la fastidiarán en sus programas y alianzas. Pero será un calado amparado en medios de comunicación que los cabalgarán como quieran (y yo no estoy en contra de no hablar en todas partes, el problema es que uno no habla solo en meras cadenas televisivas) y que aprovecharán el ego desaforado de Turrión y de Abascal para, realmente, quebrar el crecimiento político de formaciones verdaderamente patrióticas aún democratistas o de formaciones comunistas que pongan en peligro la alianza política socialfascista-democristiana-monárquica que gobierna España desde la muerte de Franco. Como diría Mao «lo urgente atenta contra lo necesario».

Santiago Armesilla

blog de Santiago Armesilla (16.01.2014)

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