Al final de la semana pasada y organizado por el Instituto Berggruen, se celebró en Madrid un ciclo de conferencias sobre Europa. La relación de participantes manifiesta de forma fehaciente la ideología imperante y los intereses en juego: el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy; el primer ministro portugués, Pedro Passos Coelho, y el ex primer ministro italiano Enrico Letta, además del comisario Michel Barnier y Guy Verhofstadt (presidente del Grupo de la Alianza Liberal-Demócrata en el Parlamento europeo); Alfredo Pérez Rubalcaba, Mónica Frassoni, (copresidenta del Partido Verde Europeo) y el secretario de Estado para Europa, Íñigo Méndez de Vigo; César Alierta, presidente de Telefónica, Pablo Isla, presidente de Inditex, Magdalena Álvarez, Guindos y algunos otros. Actuaba como maestro de ceremonias Mario Monti, que el día anterior a la inauguración había escrito un artículo en el diario El País explicando las bondades de la Unión Europea y las maldades de lo que él y sus amigos llaman despectivamente “populismo”.
Para que no haya confusiones, conviene precisar que el Instituto Berggruen lleva el nombre de su fundador, Nicolás Berggruen, gran capitalista y, como todo capitalista, filántropo, condición de la que el Instituto es una muestra. En la actualidad, las inversiones que Berggruen controla a través de Berggruen Holdings están muy diversificadas e incluyen los almacenes Karstadt en Alemania, los hoteles Keys en la India, la cadena de escuelas IEC College en California y diversas empresas de energía, manufacturas, distribución, medios de comunicación e inmobiliarias, etc. Se ha estimado que el valor neto de su capital es de 2.300 millones de dólares. Berggruen es también miembro de la World Presidents Organization y del consejo de administración de PRISA.
Se comprende que una de las actividades del Instituto sea defender a ultranza la Unión Europea, y que Berggruen haya creado un consejo y estas conferencias para ello. ¿En qué ámbito puede encontrar el capital condiciones más favorables que en la Unión Monetaria y en la Unión Europea? Se comprende también que las oligarquías económicas y financieras puedan contar para llevar a cabo este menester con las élites políticas. En ello se basa la farsa y la posibilidad de engaño.
De igual modo, se comprende también que, ante las próximas elecciones europeas, estén asustados. Todo el proyecto europeo, por lo menos desde el Acta Única, se ha basado en la mentira y en el disimulo, dando gato por liebre, pregonando una concepción ética y épica de Europa cuando en realidad ofrecían una mera unión de mercaderes, un espacio económico parecido al del siglo XIX, cegando todos los canales de superación. Ahora tienen miedo de que el juego comience a descubrirse, ya que en los últimos años la ofensiva ha sido tan brutal que, a pesar de todo su poderío mediático, les resulta difícil evitar que los ciudadanos tomen conciencia de la patraña. De ahí que hayan (levantado) lanzado una fuerte ofensiva contra lo que denominan “populismo”.
El demócrata Mario Monti, antiguo director europeo de la Comisión Trilateral, del Grupo Bilderber y de Bruegel (organizaciones todas ellas pertenecientes a la sociedad abierta) y que trabajó de asesor de The Coca-Cola Company y de Goldman Sachs (en esta última multinacional, cuando se dedicaba a ocultar el déficit griego) ha titulado su artículo en el diario El País “Europa contra la demagogia”, con ánimo de desprestigiar y estigmatizar a todos aquellos que critican a la Unión Europea, tildándolos de demagogos como si demagogia fuera mostrar a las claras su verdadera naturaleza. El artículo se debería titular “La Unión Europea contra la democracia”, puesto que ha quedado bastante claro que el poder político ha perdido en buena medida su carácter de democrático para convertirse en una prolongación del poder económico. El propio Monti es un ejemplo viviente de esta transmutación. ¿Acaso no fueron los intereses económicos europeos los que le erigieron en primer ministro italiano? ¿Cuándo ha ganado él unas elecciones?
Casi la totalidad de los que han participado en tan fausto acontecimiento han incidido en arremeter contra los que tildan de “movimientos populistas”, una forma de desacreditar a todos los que se atreven a ir en contra del discurso oficial. Monti en su artículo les reprocha que se ensañen contra la moneda única y la libre circulación de capitales. En realidad, se podría decir que es la unión monetaria y la libre circulación de capitales la que se ha ensañado con los ciudadanos de Europa, haciéndoles retroceder en su nivel de vida y en sus derechos sociales.
No es el nacionalismo el que empuja a muchos ciudadanos a enfrentarse con la Unión Europea, sino precisamente la ausencia de internacionalismo, porque en Europa solo se han integrado los mercados mientras que la unión fiscal, laboral, social o política aparece como imposible. Es más, como siempre, se ha pervertido el lenguaje y cuando Rajoy o Merkel hablan de la unión fiscal están muy lejos de referirse a una verdadera unión presupuestaria y fiscal como la que existe entre las regiones de un Estado. Aluden tan solo a la necesidad de que todos los países miembros converjan en los mismos niveles de déficit y deuda pública. No, a los nacionalismos no les molesta la Unión Europea. El nacionalismo catalán, por ejemplo, está encantado con este proyecto de Europa; contra lo que se revuelve es contra la integración presupuestaria y fiscal tal como se da en el Estado español entre las distintas Comunidades y la lógica transferencia de fondos de las más ricas a las más pobres.
Reprochan a los euroescépticos querer volver al proteccionismo, pero ¿acaso no es la más proteccionista de las políticas la que se está aplicando dentro de la Eurozona? Es curioso que nadie englobe dentro de las técnicas proteccionistas la búsqueda frenética de la competitividad mediante la reducción de los salarios, la bajada de impuestos o el empeoramiento de las condiciones laborales. Cada país lucha para quitar un trozo de tarta al vecino. La Unión Europea no ha superado ni el nacionalismo ni el proteccionismo, tan solo los ha modificado orientándolos allí donde no molestan, e incluso benefician al capital.
Juan Francisco Martín Seco
República de las Ideas (12.03.2014)
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