Despertando el dolor de la lucidez: el PST

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Para aquellos que no se resignan a que «cualquier tiempo futuro sea peor», nace el PST, reconociendo como ineludible e indispensable la convergencia de las diferentes y diversas plataformas, movimientos populares y formaciones políticas de la izquierda sociológica de este país

Precisamente surge en un ámbito, el catalán, donde todos los partidos de izquierda que se insertan el arco parlamentario autonómico han hecho dejación de su compromiso social, anteponiendo su adhesión a un proyecto de inspiración burguesa

«Animo a no caer en la tentación de crear un espacio más [de la izquierda], sino de exigir la convergencia de todos los existentes»

(Juan Torres López, Catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla)

Ha habido, desde sus inicios en 2011, una especie de tabú sobre la influencia o participación de los partidos políticos en las plataformas surgidas a raíz del movimiento de los «indignados» o 15-M. Es tal el descrédito que entre los trabajadores y entre las clases populares en general han alcanzado las formaciones políticas tradicionales que la mera alusión a su utilización, en la inmensa mayoría, generaba profundo rechazo.

Motivos para lo anterior existen -creo con razón- y muchos. Al fin y al cabo, con el sistema de partidos estamos participando en un juego diabólico creado por el capitalismo que favorece, siempre, a las grandes corporaciones y centros de poder; estamos participando con sus reglas, en su mesa de juego y con las cartas marcadas. Tenemos que ser muy conscientes de ello a semejanza de como siempre lo han sido, con mucha verdad, los anarquistas -que tradicionalmente propugnan el abstencionismo ya que mantienen que nada puede lograrse con la política, con los votos, sino sólo con la revolución social, la implantación del comunismo libertario y la abolición de todas las formas de propiedad privada o estatal-.

Sin embargo, también, todos reconocemos que el cambio profundo, si no revolución, normalmente llegará, paso a paso, utilizando todos los resortes que el sistema «democráticamente» nos permite. Así, por ejemplo, incluso aquellos indignados impulsaron su propio partido político: el Partido X.

Reconociendo como ineludible e indispensable la convergencia -si no unidad- de las diferentes y diversas plataformas, movimientos populares y formaciones políticas de la izquierda sociológica de este país, ¿qué aporta, entonces, en palabras de Juan Torres López, el Partido Socialista del Trabajo (PST) que no lo conviertan en un «espacio más»?

De entrada pretende ayudar, superado ya el Frente Popular, en la línea del Frente Cívico, a alcanzar ese Frente Unido de la inmensa mayoría contra ese 1% de poderosos del mundo y, en palabras de Vicenç Navarro (*), contra, además, ese 9% de siervos del poder. ¡Podemos y, además, debemos! Para aquellos que no se resignan a que «cualquier tiempo futuro sea peor», nace el PST.

Como partido de clase -de los trabajadores y de las clases populares en general-, defensor de la soberanía popular -opuesto, por tanto, tanto a los que pretenden su división como a los que contemporizan con la injerencia externa-, internacionalista -rechazando todo tipo de interpretaciones endogámicas, identitarias o chovinistas del socialismo-, iberista e iberoamericanista -favoreciendo los vínculos humanos, históricos, culturales y de coyuntura económica y geopolítica que nos unen, y, asumiendo en lo que sea trasladable a nuestra realidad las experiencias socialistas y altermundistas que se están implementando en el subcontinente americano-, el PST se erige en una isla, con origen en Barcelona, pero con vocación de expandirse por toda España y de establecer lazos por todo el mundo, frente a las políticas neoliberales y contra los nacionalismos.

Precisamente surge en un ámbito, el catalán, donde todos los partidos de izquierda que se insertan el arco parlamentario autonómico han hecho dejación de su compromiso social, anteponiendo su adhesión a un proyecto de inspiración burguesa en el que, como siempre, las élites a través de eslóganes populistas ha pretendido embarcar y embaucar a las clases populares con falsas promesas que sólo conducen a la frustración y al enriquecimiento de los de siempre.

Contra ello sólo cabe la opción federal y su incardinación en una República popular; es por ello que el PST defiende el advenimiento de la IIIª República española y ya trabaja para ello. El PST, en fin, surge como la opción de los desfavorecidos y de los que sufren discriminación. Será, muy especialmente, el partido de la mujer, de la juventud, de la inmigración, de los desempleados, de los pensionistas, de los discapacitados, de los más empobrecidos, de las minorías y, en definitiva, de todos aquellos que sufren las peores consecuencias de la extensión y generalización de la precariedad.

Recuerdo, ahora, las palabras del profesor a sus alumnos, futuros maestros como él, encarnado en la ficción por Federico Luppi en esa hermosa película argentina, Lugares comunes:

«El año que viene casi todos ustedes serán profesores; de literatura no saben demasiado, pero lo suficiente para empezar a enseñar. No es eso lo que me preocupa, me preocupa que tengan siempre presente que enseñar quiere decir mostrar. Mostrar no es adoctrinar, es dar información, pero dando también, enseñando también el método para entender, analizar, razonar y cuestionar esa información. Si alguno de ustedes es un deficiente mental y cree en verdades reveladas, en dogmas religiosos o doctrinas políticas, sería saludable que se dedicara a predicar en un templo o desde una tribuna; si por desgracia siguen en esto, traten de dejar las supersticiones en el pasillo antes de entrar al aula. No obliguen a sus alumnos a estudiar de memoria, eso no sirve; lo que se impone por la fuerza es rechazado y en poco tiempo se olvida, ningún chico será mejor persona por saber de memoria el año en que nació Cervantes. Pónganse como meta enseñarles a pensar, que duden, que se hagan preguntas; no los valoren por sus respuestas, las respuestas no son la verdad. Buscan una verdad que siempre será relativa, las mejores preguntas son las que se vienen repitiendo desde los filósofos griegos, muchas son ya lugares comunes, pero no pierden vigencia: qué, cómo, dónde, cuándo, por qué; si en esto admitimos también eso de que la meta es el camino como respuesta no nos sirve, describe la tragedia de la vida pero no la explica. Hay una misión o un mandato que quiero que cumplan, es una misión que nadie les ha encomendado, pero que yo espero que ustedes, como maestros, se la impongan a si mismos: Despierten en sus alumnos el dolor de la lucidez, sin límites, sin piedad».

El PST pretende «mostrar» y ser un instrumento político que ayude a despertar en los trabajadores y ciudadanos de este país esa «lucidez», sin límites, sin piedad; empezando por reconocerles que el precio, en muchas ocasiones, será alto e, incluso, llevará aparejado el dolor, pero que existe una gran recompensa esperándonos más allá: la de la recuperación de nuestra dignidad como seres humanos iguales, libres y solidarios.

En el camino nos encontraremos, seguro, las gentes de buena voluntad. Nuestras manos, nuestras mentes, con trabajo, las ponemos al servicio de un mundo mejor para la inmensa mayoría. ¡Únete a nosotros! La izquierda transformadora tiene un nuevo referente, distinto, en el que tú, seguro, tienes un lugar que ocupar.

(*) Vicenç Navarro, en uno de sus artículos (“El problema es mucho mayor que el 1%”), hablaba del 90% de trabajadores, un 9% de siervos del poder y 1% de integrantes estrictos del mismo.

Antonio-F. Ordóñez, Activista político, miembro de la junta directiva de la asociación Alternativa Ciudadana Progresista (ACP) -de la que fue presidente entre 2013 y 2014- y presidente del Partido Socialista del Trabajo (PST).

Crónica Global (21.03.2014)

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