Palabras para la presentación de ACP

Miguel RieraHasta hace muy poco tiempo, en Cataluña a las voces discrepantes del nacionalismo catalanista eran amordazadas. No tenían cabida en los medios, y si se colaba alguna por cualquier rendija era rápidamente descalificada como fascista, y despreciada. Se había instituido un sentido común generalizado por el que citar palabras como España era signo evidente de un trasnochado franquismo, de modo que –para seguir con esa palabra como ejemplo- había que nombrar a ese “otro” país como Estado español.

Cierto es que el proceso de “construcción nacional”, que el catalanismo impulsó sin esconderlo, contó con dos valiosos apoyos: en primer lugar por la izquierda catalana –sindical y política, en nombre de un ambiguo derecho de autodeterminación, defendido como un enunciado vacío que jamás concretó ni midió políticamente, y en segundo lugar por la clase política del resto de España, a la que le convino tomar la parte por el todo y plegarse a las exigencias del nacionalismo catalanista, identificando durante décadas a Cataluña con los representantes electos de la burguesía catalana. Y ha habido, y todavía hay, un tercer apoyo, fundamental: el efecto de retroalimentación que determinados comportamientos mediáticos y políticos estúpidamente ofensivos para los catalanes, directamente heredados del franquismo más casposo y que permitieron ver la paja del tamaño de una viga en ojo ajeno y presentarse ante la opinión pública catalana como víctimas de un españolismo rancio que en realidad era un poso residual del pasado.

Se ignoró también, aquí y allá, que la construcción de una nación exige la previa construcción de un pueblo, y dada la diversidad de la ciudadanía catalana el nacionalismo se puso manos a la obra para construirlo utilizando las herramientas de que disponía, básicamente el sistema educativo y los medios de comunicación públicos y privados subvencionados.

Y así hemos llegado hasta hoy, cuando ya algunas voces, aunque sea con sordina, han conseguido –no sin dificultades- hacerse oír, aunque de forma todavía insuficiente.

Una de esas escasas voces es esta ACP que se presenta hoy en Madrid. He conocido a algunos de sus miembros, que llevan en esta lucha por los derechos de todos ya unos cuantos años. Infatigables es lo mínimo que puede decirse de ellos. Perseverantes. Merece la pena escucharlos.

Miguel Riera, 9 de junio de 2015.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *