La dinámica puesta en marcha por Junts x Sí y la CUP en el Parlament de Cataluña conduce inexorablemente al dolor, social y personal. Es peor el remedio –la independencia- que la enfermedad: las fricciones en el reparto y el sistema de financiación de competencias administrativas en un territorio de la Unión Europea regulado, como todas las regiones y estados que forman parte del “club de Bruselas”, por el principio de subsidiariedad.
La reivindicación de la independencia sirve para tapar las clamorosas deficiencias y corrupciones en la gestión de la Generalitat y, de manera prioritaria, para intentar salvar a la familia del ex-presidente Jordi Pujol de sus gravísimos líos judiciales. Esta huida hacia adelante es una colosal irresponsabilidad política, en la medida que condena al conjunto de la sociedad catalana –formada por independentistas y no independentistas- a afrontar una “terapia de choque”, totalmente injusta e innecesaria.
En mis incursiones por Cataluña he pasado unos días por las comarcas centrales del país. ¿Qué he visto, qué he escuchado, qué he leído?
* Manifestación en protesta por el enésimo accidente mortal en la C-55 (Abrera-Manresa), carretera que es competencia de la Generalitat. Esta vía es la alternativa gratuita a la autopista de peaje C-16 (Terrassa-Manresa), que explota la empresa Autema (Ferrovial). Todo el mundo lo sabe y todo el mundo lo dice: el abandono de la C-55, que se ha convertido en una carnicería de vidas humanas, es consecuencia directa de la política de la Generalitat de favorecer los intereses de Ferrovial, la constructora implicada en el escándalo del caso Palau de la Música y que financió la fallida Operación Reformista de Miquel Roca Junyent. Para incrementar el escarnio, la Generalitat paga cada año una millonada a Autema en concepto de indemnizaciones por las “bonificaciones” que aplica en los peajes (tú ya me entiendes).
* Manifestación en Cardona –la heroica villa que resistió hasta el final la Guerra de Sucesión del siglo XVIII- por el cierre de la mina de Ercros, que dejará sin trabajo a un montón de empleados. La dirección de Ercros ha decidido que comprará directamente la sal a la empresa ICL (Iberpotash), de capital israelí, que explota los yacimientos de potasa del Bages y que es la responsable de las brutales montañas de escombros que destrozan el paisaje y de la contaminación de los acuíferos de la comarca y de la cuenca del Llobregat. La tradicional complicidad (tú ya me entiendes) de la Generalitat –que tiene las competencias de minería y medio ambiente- con Israel hace que las actividades de ICL disfruten de una alarmante impunidad que ha obligado a las autoridades comunitarias a abrir un expediente sancionador.
* La balsa de Capellades, una surgencia natural del acuífero de la comarca del Anoia/Penedès, vuelve a estar vacía. La sequía, pero también la mala gestión de la Agencia Catalana del Agua (ACA), son las causantes de este inquietante desastre ecológico. En los años de esplendor del pujolismo se concedieron permisos de explotación industrial –tú ya me entiendes- de este acuífero que han acabado secándolo, ante la estupefacción y la indignación de los vecinos.
* Protesta porque los residuos urbanos de Igualada se entierran diariamente… en el vertedero de Tivissa, ubicado ¡a más de 150 kilómetros de la capital del Anoia! La situación es surrealista. A sólo 25 kilómetros de Igualada hay el gran vertedero de Can Mata (Els Hostalets de Pierola), pero FCC, la empresa que tiene la concesión del servicio de recogida de residuos –tú ya me entiendes-, prefiere llevarlos al depósito que tiene en la otra punta de Cataluña, repercutiendo este desmesurado gasto de transporte en las tasas que pagan todos los igualadinos. El vertedero de Tivissa es conocido porque aquí Jordi Pujol Ferrusola y su amigo Gustavo Buesa –ambos imputados por la Audiencia Nacional- hicieron un gran “pelotazo” con su venta a FCC, una vez conseguidos los permisos de la Generalitat (tú ya me entiendes). ¡Y el alcalde de Igualada, Marc Castells, resulta que es una de las “grandes jóvenes promesas ascendentes” del “nuevo” Partido Demócrata Catalán (PDC)!
La ‘burbuja’ independentista –sea dicho con todo el respeto y admiración por la gente de buena fe que tiene esta ilusión- es una zanahoria que la pandilla de enchufados y medios de comunicación subvencionados que viven de la Generalitat y de la espesa trama corrupta que la rodea se han sacado de la manga para poder mantener intactos sus intereses y privilegios y, si puede ser, incrementarlos. Todo esto no sería preocupante –al fin y al cabo, somos mediterráneos- si sus egoístas promotores e inductores se preocuparan por el país y el conjunto de la sociedad.
Pero no. El nacionalismo en el poder –ahora disfrazado con la estelada- se ha cargado sádicamente el territorio para sacar beneficio propio y, como que la bicoca se acaba, nos aboca a una absurda “guerra” interna y externa de la cual, obviamente, sólo piensan sacar tajada personal. El enfrentamiento y el dolor que provocan les importan un pepino. Mirad la nómina de los principales adalides del “proceso” –cuánto cobran y de quién cobran- y encontraréis el porqué de todo. Tú ya me entiendes.
¿Desde cuándo una “revolución” se ha hecho desde el poder y para preservar el poder?
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