La Batalla del Campo de los Mirlos tuvo lugar en el actual Kosovo el 15 de junio de 1389. Derrotado el ejército serbio, la consecuencia fue la desaparición del estado medieval de dicho pueblo eslavo y su sojuzgamiento por los otomanos hasta principios del siglo XIX. A partir de ese momento, la mitología nacionalista serbia alimenta la reivindicación de Kosovo, considerado como la cuna del estado medieval. Serbia consigue por fin incorporar el territorio durante las guerras balcánicas (1912-13), debiendo a partir de ese momento hacer frente a una realidad nada agradable: la población mayoritaria es albanesa y musulmana. Los intentos de invertir la situación demográfica persisten hasta la constitución de la República Socialista de Yugoslavia, y se reverdecen con la fragmentación de ella. El resultado ya lo conocemos. Intervención de la OTAN, bombardeo de Belgrado y creación de un estado kosovar, no reconocido por muchos países, y caracterizado por dos cosas: la presencia en su territorio de una gran base de los EEUU, y las sospechas de que el poder está en manos de una mafia criminal, que se sospecha involucrada no solo en el narcotráfico, sino también en el de órganos.
Durante la intervención de la OTAN por la cuestión kosovar, el entusiasmo de los medios nacionalistas catalanes, y aledaños, era patente. La derecha, por atlantista, y la supuesta izquierda, en nombre del derecho de autodeterminación. El símil fue descarado: Serbia era equivalente a España y Kosovo a Cataluña. Pudiera ser que más de uno tuviera la fantasía de ver a los aviones de la Alianza actuando sobre Madrid.
Pues bien, mucho me temo que el nacionalismo catalán va a tener que hacer frente a partir de ahora a su propio “Campo de los Mirlos”, Ripoll. Sabíamos, desde hace bastante tiempo, que el “bressol”, la cuna mítica de Cataluña, era una de las primeras poblaciones de la comunidad autónoma, sino la primera, en porcentaje de población musulmana. Ahora sabemos que lo es también en yihadistas. Y eso contrasta con lo que podría denominarse el “filoislamismo” solapado del que habían hecho gala los nacionalistas. La política de captación de adhesiones al proyecto independentista a cualquier precio, había conducido a ello. Y de momento no cejan en su intento. Durante largas horas se evitó “mentar la bicha”, hacer frente a la realidad. Hasta que Rajoy en su comparecencia habló de “terrorismo yihadista” se podía llegar a pensar que los causantes eran extraterrestres. Suma y sigue. En la declaración institucional que acaba de emitir la Generalidad “Por la paz, la libertad y la convivencia” se sigue la misma tónica: condena de unos hechos de los que parece desconocerse los causantes. Por supuesto, ninguna mención directa a la Guardia Civil, la Policía Nacional o, incluso, a la Guardia Urbana.
Núcleos de ERC en el Vallès habían proclamado muy abiertamente que, dado que la inmigración era irremediable o necesaria, mejor magrebíes que latinoamericanos, “contaminados” por ser castellanohablantes. Pues bien, ante nosotros tenemos ya los resultados de la propuesta. Se habla de unos 400.000 magrebíes en tierras catalanas, aunque nadie sabe de la cifra exacta. Probablemente sea una cifra equivalente o superior a la de la comunidad latinoamericana. Así que, objetivo cumplido. Posiblemente también se ha conseguido catalanizar a los jóvenes. Quizá alguno de los asesinos de la Rambla hablara ya catalán. Alguno de ellos, según he leído, fue alumno del instituto “Abat Oliva” de Ripoll. Sería interesante saber si incluso había algún “casteller”.
Esa política oportunista ha conducido a esconder la realidad. Gran parte de esa población magrebí está autoconfinada en ghettos, sometidos al control de charlatanes analfabetos, que se autoproclaman imanes y viven a costa de la plusvalía que extraen de la miseria de sus fieles. La delación y la denuncia contra cualquiera que pudiera saltarse el ayuno del Ramadán, o contra muchachas que pudieran vestir “indecorosamente”, es otro factor forzoso de cohesión.
El porvenir aparece como bastante negro. Ante la apabullante realidad de la transformación demográfica del “Campo de los Mirlos” catalán, muchos de los otrora defensores del derecho de autodeterminación de los musulmanes kosovares, suscribirán posiciones semejantes a las de Josep Anglada. Y si no, al tiempo. La mitología nacionalista es sorprendentemente semejante a través del ancho mundo.
Pasqual Esbrí. Agosto 2017
No sólo Ripoll. Manresa es otro de los centros de cultivo.
También hay que tener en cuenta lo prolificos que son y lo mucho que eso representa