Queridos amigos contertulios: con estas selecciones de artículos quiero despedirme de los correos sobre la convocatoria y campaña nacionalistas del 1 O, corolario del sedicioso golpe contra la democracia y la ciudadanía escenificado en el Parlament.
Me despido con unas consideraciones y unos documentos que he tardado unos días en elegir, porque me parecen los análisis más útiles sobre la naturaleza, diagnóstico, historia y culminación del «procés» nacionalista catalán. Son, con matices varios, ideas, reflexiones y posiciones, que comparto y estoy interesado en transmitir. (Nota editorial: no están todos los artículos ya que algunos venían como adjunto)
Entiendo que a estas alturas nadie debiera dudar sobre el anacronismo del buenismo para pronunciarse sobre el «procés». Hasta al mismo ZP se le acabó su buenismo con la «cuestión catalana» el día que participó en la manifestación de Barcelona convocada para expresar el dolor y solidaridad con las víctimas de los atentados terroristas, que ya todo el catalanismo ha olvidado. Siguen gritando lo mismo (el «jo no tinc por») pero para reclamar referéndum e independencia, que es para lo que escogieron ese eslogan propagandístico. Cuentan los que iban con ZP que sintió miedo (susto), bochorno y horror. Es una magnífica muestra de la inconsistencia de ese buenismo que desconoce el origen, historia y naturaleza del nacionalismo catalanista. Suele ocurrir que quizá tampoco se enteraron bien de la naturaleza ideológica profunda, fundamental, del nacionalismo franquista (el nacional-catolicismo). Muchos hablan de la represión (memoria histórica), del fascismo o autoritarismo, del régimen, de la Falange, del Ejército… franquistas, pero pocos conocen la arquitectura de la ideología nacionalista en la que se apoyó y construyó el régimen franquista, más allá de las cuatro humoradas del «florido pensil».
Si se hubieran enterado del armazón ideológico del nacionalismo franquista, quizá se hubieran percatado de sus mimetismos con el nacionalismo catalanista, velados por el hecho de ser contrarios y estar históricamente enfrentados, a pesar de la retórica -de este último- de modernidad (respecto al atraso español), de su ejemplar historia como pueblo (frente al opresor e imperialista nacionalismo español), etc. Como suele decirse, en lo sustancial estamos ante un mismo perro con distinto collares. Solo que en el caso que nos ocupa, el nacionalismo catalanista fue pionero y más productivo y efectivo (con una mayor capacidad de hegemonía cultural en Cataluña y proyección de su imagen hacia el exterior), primero, durante el Romanticismo o Renaixença (con la idea del «volkgeist» identificada con la lengua y el historicismo, la invención de la «tradición»…), y, después, tras la pérdida del imperio y el desastre del 98.
En ese «proceso» de los cimientos y consolidación de la opción nacionalista catalana, ésta -el catalanismo- marcó el camino al nacionalismo español como «reacción» a la aparición del republicanismo federal, de anarquistas y socialistas, a la crisis del 98 y a la aparición de las «masas» en la política española, hechos que tuvieron su epicentro, sobre todo, en Barcelona y por extensión en Cataluña y el resto de España. Durante buena parte del siglo XIX y del XX Barcelona fue el epicentro de los movimientos obreros y de la cultura política española. El nacionalismo catalanista acuñó ideas («reaccionarias» en cuanto fueron una «reacción» provocada por el miedo al desorden social de la multitud) que fueron claves en el nacionalismo españolista y franquista; una de ellas, obsesiva en Prat de la Riba, la del imperialismo (la Idea de Imperio) como factor de vitalidad nacional.
Hace tiempo que se tenía que haber acabado el buenismo, el maniqueísmo buenista, ante el nacionalismo (éste y los otros, el españolista malo y los periféricos buenos). Seguro que ZP y los buenistas, pero también muchos embaucados históricamente por el olor a «flor i violes» (la modernidad y europeidad de Cataluña, etc.), no leyeron -ni lo pretendieron- la entrevista que le hizo, hace unos 18 ó 19 años, el añorado Iván Tubau al lingüista valenciano Lluis V. Aracil, mentor de la inmersión lingüística, horrorizado después por su ejecución en Cataluña. El proscrito Lluis V. Aracil decía que lo que sucedía solo se entendía por la ignorancia de la mayoría de la gente sobre la naturaleza y el «talante» de los nacionalistas. Quizá pensara, o supiera, en que en Cataluña se aplicaban concienzudamente las teorías sobre el liderazgo, la idea de pueblo y nación y la «democracia aclamativa» de Carl Schmidt, que inspiraron a los nazis. ¿Diálogo, puentes de entendimiento, seducción, enamoramiento, amor, desamor, prevalencias…? Monsergas de juegos florales.
Evidentemente, hay un problema político, no solo jurídico y judicial. Y ese problema político, que ha llevado a la ausencia del Estado constitucional en Cataluña y al golpe contra la democracia en el que nos hallamos instalados, es el del enquistamiento político del nacionalismo ene el sistema democrático español, por su ocupación de las instituciones, por la construcción de una administración y sociedad civil paralelas (redes clientelares), por su «hegemonía» que le ha permitido llevar a cabo la «construcción nacional» durante las décadas pujolistas con absoluta impunidad, etc. La «absolución» de J. Pujol y de su camarilla tras el saqueo de banca Catalana, el archivo de las denuncias de la Fiscalía y la reacción de arrebato para defender el país y la bandera frente a la agresión centralista -posición compartida de forma mayoritaria incluso en la izquierda: el artículo de afirmación de fe catalanista y antiespañolista de M. Vázquez Montalbán debe quedar para los Anales de Cataluña- … marcaron el camino.
Lo de ahora no es un brote provocado por la rectificación del TC del Estatut de 2006 (que, por cierto, no votó ni la mitad del censo, cosechó más de un 5 % de votos en blanco y tuvo escasa repercusión en término de movilizaciones sociales), ni un salto al vacío de los soberanistas empujados por los efectos de la crisis y el tancredismo del gobierno de Rajoy, ni siquiera una «desafección» a España por la corrupción (siempre olvidando que CiU era el partido más corrupto de España): cuando surgió el Foro Babel, hace casi veinte años, ¡20 años!, ya estaban en la mesa, en ciernes, todas las cartas que ahora están jugando a fondo, con manos de trileros, los conductores y feligreses del procés. Ese fue el motivo de la constitución de aquel Foro, que entre la presión nacionalista, la deserción de los maragallianos, las urgencias de algunos (Arcadi Espada y cia.) y la labor de zapa del aparato socialista y de la inteligencia del antiguo PSUC, fue bastante efímero.
En realidad, las huellas dejadas por el «procés de construcció nacional» (actual procés soberanista) se ven claramente marcadas: la ocupación de las direcciones y aparatos de los partidos de izquierdas (PSOE/PSC y PSUC) por las élites políticas catalanistas, la constitución de CiU en el «pal de paller» del «consenso catalanista», del que quedan excluidas las formaciones políticas sucursalistas o españolistas (aplicación de la directriz constituyente del Consell de FF PP de Catalunya, que anticipará el posterior «Pacto del Tinell»), el abrazo de Roma entre Pujol y Felipe González, et., etc. Por cierto, todo eso fue posible tras el paréntesis de la presidencia de Josep Tarradellas, que desbarató la política de «compromiso histórico» entre el PSUC y Pujol durante la Transición. Poco tardaron en reponerse de la intromisión tarradellista, mediante la «dictadura blanca» pujolista que Tarradellas mencionó en sus Memorias.
Han sido décadas de «construcción nacional», de «procés», en que la propaganda nacionalista ha ido construyendo una Gran Mentira, a lo Groucho Marx. Ayer ofrecía De Guindos una serie de datos elaborados por organismo del Ministerio de Economía con base en datos de organismos europeos. La respuesta de Santi Vila, portavoz de no sé qué, fue que les amenazaban con «plagas bíblicas». Borrell, a raíz de la presentación de su libro «El cuento de las cuentas de la independencia», dejó KO en un debate a Junqueras, pero el asunto pasó rápidamente a ser olvidado. Para Junqueras toda su mentira era normal, perfectamente normal. Economistas serios, nunca entrevistados por TV3, desmontaban el cuento de los déficits fiscales y ellos erre que erre con su falacia, pues las mentiras a base de repetirse, con algunas gotas de verdad, crean opinión y adicción. Les repiten por activa y por pasiva que podrían seguir en el euro, pero fuera de la UE y que eso tendrá una grave repercusión económica, al menos, en el corto y medio plazo, pero ellos, a lo suyo, a mantener la ignorancia sobre el particular. Les dan los datos del déficit de las pensiones si se cuenta en exclusiva con los fondos generados en Cataluña y, sin despeinarse, enfatizan que en año y medio se normalizaría la situación y que, mientras tanto, se supone que pagará el «Estado español», igual que pagará la deuda catalana, es decir, que los ciudadanos españoles les pagaremos sus excepcionales endeudamiento y despilfarro en las políticas de construcción nacional, de de creación de «estructuras de Estado» y de trique institucionalizado de fondos públicos. Les advierten de las repercusiones negativas que la independencia tendrá en el superávit de la balanza comercial interior (en el mercado español) y también en las exportaciones, según les advertía Jordi Malet, presidente de la Cámara de Comercio de EEUU, y ellos a contradecirles con cuatro incompetentes «somniatruites». Les explican por activa y por pasiva que la falacia del derecho a decidir como derecho de autodeterminación no tienen cabida en ningún derecho internacional ni constitucional (ver artículo de Sosa Wagner), y ellos a lo suyo, sordera, autismo y a identificar voto con democracia. Y así, hasta el infinito.
Para el nacionalismo la manipulación del lenguaje es una de sus esencias, una vez aceptada la manipulación, empezando por la del pasado y la tradición y la del lenguaje, la desinformación y la construcción de la gran mentira tienen el campo abonado y el camino expedito. Ver el curioso caso que cuenta en su escrito Magdalena Trillo. Subidos a la manipulación por sistema, cualquier denuncia por manipulación de fotos, coacción a personas, usurpación de siglas o control de los medios se la pasan por el forro. Ayer recibí una petición por change.org de denuncia al «Estado español» por negar al oprimido y colonizado pueblo catalán el derecho a la autodeterminación de los pueblos. A continuación, desde la desde de change.org, con la confirmación por change. España, me llegó un correo diciendo que esa petición era ajena tanto a la sede central de change.org (EEUU) como a change en España.
La manipulación (sobre todo del lenguaje) y adoctrinamiento han sido las dos ruedas del carro. Se ha cultivado de modo sistemático el repudio, desprecio u odio a España (Estado español) y a lo español con los resultados que dan la manipulación y el adoctrinamiento en escuelas y medios. Han invertido la realidad, tal cual Marx hablaba de la inversión hegeliana de la realidad por la idea. El España nos roba es exactamente la inversión de una relación semicolonial del Norte económico español con el Sur. Hay algún artículo que lo explica a grandes rasgos. Si son diferentes y mejores, si no a cuenta de qué tanto diferencialismo, pueden esgrimir derechos y leyes que excluyen a los demás, empezando por la mayoría social catalana no independentista que queda en el limbo jurídico y legal denlos extranjeros en su propio país.
Con esas armas es fácil y sencillo explicarse cómo han conseguido asear la «pudor» de la «casa nostra». «Aunque los conductores del independentismo se envuelvan en esteladas y vendan una suerte de Arcadia feliz, la realidad es que existe un claro intento de borrar un régimen corrupto larvado durante 30 años de hegemonía de la antigua CiU. La refundación en las siglas PdeCAT no entierra las mordidas del 3%, las sedes embargadas, los casos como Pretoria o Palau entre otros de una larga lista de financiación ilegal o la condición de imputados de todos los miembros de la familia Pujol. Al contrario. Más bien evidencian que tuvieron la urgencia de ir al “choque de trenes” para tapar décadas de robo institucionalizado».
No ha sido España quien ha robado a los catalanes, sino que es ese nacionalismo que busca la ‘República’ mesiánica el que ha saqueado la sanidad pública y demás recursos públicos de Cataluña. En esa línea, son sólo una muestra más de cinismo los alegatos de Joan Tardá, portavoz de ERC en el Congreso de los Diputados. Su «Adiós corrupción, bienvenida República» cobra todo su sentido: «Adiós España (imputaciones, juicios, penas de políticos nacionalistas), bienvenida la República», es decir, la impunidad y archivo de los delitos y el blanqueo del pasado.
A estas alturas, hemos de mirar el nudo de la cuestión, sin eufemismos. Lo primero a tener en cuenta que el procés es una mezcla del imaginario tradicional catalanista (montserratino y vigatá), de su porción de carlistada, de viejos regustos de resentimiento y miedo excluyentes de las clases medias y pequeño burguesas, del «somni català» del pujolismo y de la «nueva clerecía» catalanas, con una cohorte activista de hijos de estas esas clases medias y pequeño burguesas y de un sector asimilado de marginados en pleno ascenso social (seducidos por el «somni catalá», que no han leído a Arthur Miller). Estas minorías activistas con complementarias de las grandes organizaciones que encuadran y movilizan la sociedad civil catalanista (algo común a todos los fascismos), y lo son a pesar de que estas escuadras cupaires tienen la pinta de un mejunje revolucionario de las juventudes libertarias y de la retórica anticapitalista de los falangistas de los años 30, con muchas similitudes con los escamots del nacionalista fascistoide Dencàs…
El denominador común es una fobia a España y lo español, no necesariamente o no solo por la imagen urdida y propagada de país parasitario, atrasado, fascista, pepero, etc., sino porque representa un sistema constitucional que ,con todos sus defectos, propone la igualdad legal y jurídica de todos los ciudadanos sin distinción de pertenencia a comunidades identitarias e impide la impunidad de la corrupción y la arbitrariedad de las élites políticas, es decir, de quienes se piensan que se han apropiado del país o que el país real es el de su imaginario o que el sistema autonómico es una barrera para que el país les sea «`propio».
Pienso que no hay que asustarse ante tantos enlaces y documentos adjuntos. Pienso que son lecturas necesarias y que pueden leerse a sorbitos. No vamos resolver en dos días el problema político que nos lo han planteado los nacionalistas (y ciertas izquierdas, asunto que se trata en varios escritos).
Rafael Núñez
Malaga, 20/09/2017
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Francisco Sosa Wagner y Mercedes Fuertes.»Entre lo ridículo y lo frívolo»
http://www.elmundo.es/opinion/2017/08/30/59a599b3e2704e8b7f8b4670.html
Pedro Insua, el filósofo marxista que enseña los de Podemos que el 1 O es de derechas:
http://www.elespanol.com/cultura/20170804/236477174_0.html
Francesc de Carreras, «En los estertores foinales»: https://elpais.com/elpais/2017/07/18/opinion/1500366308_404995.html
Antonio Elorza, «Sedición y democfacia»: https://elpais.com/elpais/2017/07/28/opinion/1501259205_902933.html
Clemente Polo, «La cuclpa no es del PP»: https://clementepolo.wordpress.com/2017/07/24/la-culpa-no-es-del-pp/
Albert Boadella, «La calumnia catalana»: https://amp.elmundo.es/cronica/2017/06/06/5932a064e2704e340e8b45da.html
Elvira Roca, «Jefferson y Fray Junípero Serra»: http://www.elmundo.es/opinion/2017/09/19/59bffb44e2704ea6268b4640.html
Santiago Trancón: Por qué soy políticamente alarmista
https://noticierouniversal.com/opinion/por-que-soy-politicamente-alarmista/
Escrito por un maestro (y flamencólogo y poeta) que ejerció en Cataluña: PACO VARGAS.
SILENCIO EN CATALUÑA
Si yo viviera en Cataluña, en la que fui feliz cuando Andalucía no podía darme trabajo, no votaría en el anunciado referéndum pero tampoco permanecería en silencio. ¿Por qué los no independentistas callan lo que de verdad está pasando en Cataluña? Los independentistas siguen disminuyendo y en sus filas empieza a haber destacadas deserciones. Anímense y griten. No culpen a nadie de su comprensible miedo ni de su ambiguo silencio.
Los contrarios a ese circo, donde nadie pone orden entre escapistas y magos de la independencia, debieran hablar, manifestarse y actuar. Hasta ahora no han demostrado su fuerza. Sabemos que son mayoría, pero silente. También, por su capacidad de influenciar, son necesarios más intelectuales, artistas y personalidades comprometidos con la democracia y con el estado de derecho que deriva de ella. Ergo, en Cataluña, o callas y renuncias a tu dignidad o no existes. Impera el pensamiento único. Y quien se sale del carril acaba pagando un precio tan alto que muchos abandonan y se unen a la mayoría que permanece muda. Es lo que está ocurriendo con los que tienen el deber ético de ser críticos con aquello que ven y no les gusta: prefieren mirar para otro lado con tal de no verse excluidos del pesebre común. De este modo, el círculo cuadra. Y a quien se queda fuera de él, primero se le ningunea y después se le persigue o se le ignora, que no sabemos qué es peor, con tal de acallar las voces críticas y el criterio propio para llamarle a las cosas por su nombre, claro y alto. Se podría hacer una lista de no independentistas cuyo silencio duele. Pero el miedo es libre. Y existe, a pesar de que nos quieran presentar el proceso secesionista como un remanso de paz.
El artículo del letrado mayor del Parlament, Antoni Bayona, publicado en una prestigiosa revista, es una clara rectificación a las pretensiones separatistas que debería hacerles reflexionar, suponiendo que les quede algo del “seny” catalán e inteligencia para hacerlo. Y, como ésta, hay otras valientes y honrosas excepciones: escritores y artistas catalanes como Marsé, Mendoza, Serrat, Coixet, o Mariscal rechazan el referéndum ilegal. La última, la del censurado Gregorio Morán. Voces que claman en el desierto de los medios catalanes, controlados casi por los independentistas, en los que aún los dejan escribir o hablar, a costa de sufrir insultos, amenazas, desprecios y calumnias, que con el tiempo devendrán en algo peor: lo del cartel de Franco señalando a los abstencionistas, es terrorífico. Así las cosas, casi nadie se atreve a levantar la voz porque de manera obscena se acepta que desde el gobierno de la Generalitat se use y abuse de un bien común que se llama Cataluña para sus ocultos intereses. Despreciando las consecuencias de su obsesivo y autoritario afán por controlarlo y dirigirlo todo, con prácticas y maneras cuasi fascistas. Cegados por el fanatismo de los impostores».
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