Por Manuel Arnau Calvo.
Este año lleno de sobresaltos y excesos el feminismo no ha quedado exento de polémica. Para esta oleada de super feministas pareciera que el feminismo es de hace dos días y no una lucha abnegada y sacrificada de millones de mujeres durante décadas e incluso siglos. Esta soberbia, esta prepotente actitud frente a cualquier criterio propio y diferente que se aleje del dictado del pensamiento único, en lo que ha degenerado el progresismo post verdadero, resulta más opresivo que la propia opresión social hacia las mujeres de toda la vida.
La mitad de la humanidad son mujeres, su represión es parte fundamental e integrante de la represión a toda la humanidad, es uno de los principales pilares de la división de la sociedad en clases sociales y en el modelo genérico de la explotación del hombre por el hombre. Pero además, la interesada desidia y el hipócrita afán de protección por su falsa e interesada debilidad esconde, realmente, la enorme dependencia de la sociedad por ella. La mujer es la «mano» de Dios, a parte de èl, sólo ella tiene la potestad de dar la vida, de garantizar la supervivencia del género humano.
La represión de la mujer es, fundamentalmente, social, es una opresión disfrazada de protección que lo único que demuestra es el pánico de una sociedad explotadora tiene de alguien que en el momento que despierte y tome conciencia de su peso y de su poder real se convertiría en su verdugo. La mujer es la mitad de la humanidad, la mitad de la sociedad en definitiva, la mitad de todo para la humanidad.
Mientras esa mitad de todo siga perseguida, ninguneada y oprimida, todos seguimos oprimidos y dominados, el camino de la liberación de la humanidad del yugo explotador que nos arruina y devora, pasa, ineludiblemente por la libertad de la mujer. O todos o nadie.
Es triste comprobar como esta izquierda de entrega a domicilio, de verdades de marketing de masters y propaganda de mercado, ha secuestrado la voluntad política del pueblo y la ha sustituido por una estrategia de ocupación de butacas y carguitos clientelistas y nepotismos.
En el momento final de una sociedad condenada a la extinción, culmina la creación de un ecosistema sociopolítico en el que está integrada una izquierda políticamente correcta y adecuadamente gamberra. Perfectamente integrada en el juego democrático y activamente participe en los cambios de un modelo donde todo cambia para que nada cambie.
Afortunadamente todo tiene su fin, por mucho que ignoren la realidad está no los ignorara y cuando llegue la hora de la verdad, cada cual ocupará el sitio que le corresponda. Pero mientras tanto nos va a tocar seguir aguantando su insufrible soberbia y su cretinismo barriobajero.
Manuel Arnau Calvo. Investigador radical libre y miembro de la Junta Directiva de Alternativa Ciudadana Progresista (ACP)
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