Pues yo estoy con Antonio. Y no vayamos con subterfugios, sabemos lo que hay detrás: la imposición lingüística por narices. En muchos lugares, más en la Catalunya profunda (la interior) los establecimientos sólo están rotulados en catalán. O sea, que no nos tomen por tontos, que sigan imponiendo, pero al menos no vayan con circunloquios baratos.