En Cataluña, el pintoresquismo político-cultural aparece y reaparece sin solución de continuidad. Sin ir más lejos -dejando a un lado a nuestros entrañables políticos-, durante los últimos diez días hemos asistido a una cuádruple reivindicación de los denominados Països Catalans. Para empezar, un grupo de conocidos profesionales de la comunicación en lengua catalana se solidariza con Acció Cultural del País Valencià por el cierre de las emisiones de TV3 en el territorio de la Comunidad Valenciana. Se podrá objetar que dicha solidaridad tiene su razón de ser porque, al fin y al cabo, aunque la legislación vigente no les dé la razón, los profesionales defienden la libertad de comunicación en un tiempo de globalización en que las fronteras se han vuelto porosas. Que nadie se llame a engaño. Y es que lo que mueve a los profesionales solidarios no es exactamente la defensa de la libertad de comunicación, sino la reivindicación del llamado «espacio comunicacional catalán». Eliseu Climent, presidente de Acció Cultural del País Valencià[…]
En Cataluña, el pintoresquismo político-cultural aparece y reaparece sin solución de continuidad. Sin ir más lejos -dejando a un lado a nuestros entrañables políticos-, durante los últimos diez días hemos asistido a una cuádruple reivindicación de los denominados Països Catalans. Para empezar, un grupo de conocidos profesionales de la comunicación en lengua catalana se solidariza con Acció Cultural del País Valencià por el cierre de las emisiones de TV3 en el territorio de la Comunidad Valenciana. Se podrá objetar que dicha solidaridad tiene su razón de ser porque, al fin y al cabo, aunque la legislación vigente no les dé la razón, los profesionales defienden la libertad de comunicación en un tiempo de globalización en que las fronteras se han vuelto porosas. Que nadie se llame a engaño. Y es que lo que mueve a los profesionales solidarios no es exactamente la defensa de la libertad de comunicación, sino la reivindicación del llamado «espacio comunicacional catalán». Eliseu Climent, presidente de Acció Cultural del País Valencià, lo expresó con una claridad meridiana: «Si se rompe el espacio de comunicación se rompe la nación». ¿A qué nación se refiere este pancatalanista valenciano que, cada vez que habla, tiene la virtud de incrementar el número de anticatalanistas en la Comunidad Valenciana? Se refiere, naturalmente, a los llamados Països Catalans. Y ahí es donde aparece el pintoresquismo del cual hablábamos al inicio de estas líneas. Porque resulta pintoresca la reivindicación de una nación inexistente que compartiría un conjunto de rasgos como la lengua, la cultura, la historia y la voluntad de ser y existir. Los Països Catalans son, en todos los sentidos -jurídico, político, cultural, sociológico-, una pura entelequia. Una irrealidad. Una ficción. Una quimera. Y, puestos a seguir el juego del pancatalanismo, puestos a jugar en el campo propio del pancatalanismo, se podría decir que los llamados Països Catalans se han autodeterminado. Y lo han hecho en sentido contrario a la idea de Països Catalans. Esto es: los valencianos quieren seguir siendo valencianos, los mallorquines quieren seguir siendo mallorquines, los aragoneses quieren seguir siendo aragoneses. Y los franceses de Perpiñán quieren seguir siendo franceses. El suspiro pancatalanista de los comunicadores ha tenido su continuación en los Premis Octubre celebrados en Valencia, en el Premi Jaume I otorgado a quienes defienden la identidad catalana de la Franja de Aragón, y en el Correllengua que proclama la catalanidad lingüística de Perpiñán.
Particularmente, cuando oigo hablar de los Països Catalans me viene a la memoria la idea del ferviente nacionalista alemán Heinrich von Treitschke -partidario de la misión universal germánica- que utilizaba un criterio etnolingüístico para legitimar la anexión alemana de Alsacia y Lorena afirmando que, a pesar de la voluntad política libremente expresada, los alsacianos y loreneses eran objetivamente alemanes. Pues bien, bajo la idea de Països Catalans se esconde algo así como la idea expansionista formulada por el teutón. Digo yo que eso deber ser la unidad de destino en lo universal a la catalana.
Miguel Porta Perales
El País (9.11.2007)