Una “Cataluña perpleja” …

Una “Cataluña perpleja” que se resiste a reconocer al nacionalismo como el mayor enemigo para su progresoUna “Cataluña perpleja” que se resiste a reconocer al nacionalismo como el mayor enemigo para su progreso

El pasado 3 de setiembre la agencia EFE (ver El País de ese día) se hacía eco de un estudio de la Asociación Catalana de Sociología en el que se presentaba a Cataluña como un “país perplejo” porque ya no es motor de la economía y modernidad de España. El problema es que a la hora de analizar las causas de ese desgraciado fenómeno el citado estudio prescindía de la más importante razón (por quien paga las subvenciones a dicha asociación no hace falta ser un lince para imaginar el motivo ¡toma libertad de pensamiento!): el propio nacionalismo. Pero ¿cómo? Si Cataluña ha sido siempre el pilar modernizador de España, incluso en los tiempos del General…, y además todos los cambios que han acaecido desde entonces son positivos para Cataluña y su famosa burguesía emprendedora: la entrada de España en la UE, la llegada de la democracia, la autonomía, la globalización… Claro, pero ¿qué más ha cambiado? ¡Es el nacionalismo, estúpido!

Hace poco el presidente andaluz del Gobierno nacionalista catalán de izquierdas (¡toma coherencia!) alertaba (o ¿amenazaba?) del peligro de que se produzca en Cataluña una progresiva desafección a España. En realidad, lo que quería decir, en puro estilo pujolista, era que si no me das lo que quiero me desafecto, es decir que el amor es por interés, vaya que tiene precio, pero entonces ¿cuánto vale ese amor de presuntos amantes insatisfechos que siempre piden más? Y es que el amor si es verdaderamente tal no tiene precio, y si lo tiene no merece la pena conseguirlo. Ahora bien, hoy el nacionalismo, nos guste o no, parece que (todavía) da réditos políticos y económicos a los que comulguen con él (pero claro “sólo” a los que comulguen con él). Incluso eso de reclamar la independencia/autodeterminación parece algo moderno y responder mejor a las necesidades de los ciudadanos. Pero ¿es eso verdad? Veamos qué hace el nacionalismo por el progreso:

1.- Se obliga a una sociedad a vivir mirando al pasado, apelando para ello a tradiciones pre-históricas o a una historia re-inventada: ¿cuándo Cataluña o el País Vasco han sido “naciones” independientes?, ¿qué es el PNV sino un carlismo con la cara remozada? ¿Se imaginan si la receta de un partido político fuera restaurar la “gran”celtiberia y recuperar el íbero como idioma común y original de nuestros ancestros? ¿Puede ser esa la base de un proyecto de futuro?

2.- Se fideliza al sector público mediante un puesto de trabajo de por vida mediante pruebas “ad hoc” en las que el principal activo es ser leal al régimen ¿Es esta una forma moderna de seleccionar a los mejores? Del mismo modo a través de la “subvención identitaria” se crean sociedades clientelares y cerradas que se miran extasiadas a su ombligo, alérgicas a la sana competencia (por ello están dispuestos a subvencionar la venta de productos catalanes en Caprabo o dar vacaciones fiscales a las empresas). ¿Y las inversiones en infraestructuras? Pues esas, que las haga el Estado, es decir, ¡que inviertan ellos! ¿Es esta una manera adecuada para incentivas sociedades emprendedoras e innovadoras?

3.- Se discrimina y esconde el castellano a golpe de decreto y de presión represora post-fascista. Como resultado se perjudica a generaciones enteras la ventaja comparativa que supondría hablar bien el tercer idioma del mundo y se desincentiva la llegada de nuevas empresas, investigadores y profesionales tanto del resto de España como del extranjero ¡Qué mala noticia para los nacionalistas que hablar bien el español sea negocio!

4.- El mundo actual es una sociedad abierta y compleja que reclama identidades complejas, donde algo tan coyuntural como el lugar en que se nace es un elemento más (crecientemente no esencial) juntos a otros, como la profesión, relaciones personales y familiares, carácter y personalidad, valores personales. Por tanto, en un mundo intercultural y complejo la creación de identidades excluyentes y la imposición enseñanza de la lengua a golpes ¿qué tiene de moderno? ¿Es casualidad que la Comunidad de Madrid, donde no se pregunta a nadie su origen, sea ahora el motor que antes fue Cataluña?

5.- Cuando el mundo global produce retos y problemas globales y contextos de incertidumbre, parece lógico buscar refugio en estructuras más o menos estables y de tamaño razonable. ¿Se enfrenta uno mejor a estos retos globales y problemas desde unidades cada vez más pequeñas o desde estructuras medias razonables (¿son muchos cuarenta y pico millones de habitantes?) que gozan de una implantación suficiente en el mundo? Y es que el tamaño importa, al menos en política y economía ¿Es la receta nacionalista eficaz o supone esconder la cabeza cual avestruz?

6.- Por último, el nacionalismo tampoco resulta eficaz internamente para generar proyectos creativos o innovadores ya que apela a instintos primarios y se basa en encontrar un enemigo exterior al que echar culpa de todos los males (Madrid o el aciago Estado español), sin aceptar por tanto su propia responsabilidad. Esta huída de la responsabilidad propia genera personalidades poco dadas a asumir proyectos a largo plazo que exijan gran esfuerzo y trabajo continuado, es decir el “síndrome del eterno adolescente” (lo que por cierto enlaza muy bien con el modelo educativo dominante). De esa manera se pone a la parte más innovadora de estas sociedades en la tesitura de volverse dóciles al régimen (y por tanto no innovar) o marcharse a otro sitio. Es el nuevo exilio intelectual que promueven los modernos y tolerantes nacionalistas.

¿Es todo esto moderno? ¿Hasta cuándo los “perplejos” ciudadanos que viven bajo regímenes nacionalistas no se darán cuenta que el enemigo lo tienen en casa y no fuera? ¿Es el nacionalismo estúpido?

Anselmo Deston

upyd.es (24.09.2008)

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