Rosa Díez aseguraba este verano que tras las próximas elecciones UPyD se convertirá en una fuerza determinante, con capacidad para condicionar la política nacional. Más allá de las encuestas de intención de voto (el CIS le daba en julio un 8’8%), Díez mantiene unas expectativas tan altas porque considera que todas aquellas personas que ideológicamente se sitúan en el “centro” en las encuestas serán futuras votantes de su partido. Repite insistentemente que su partido no es ni de izquierdas ni de derechas, sino que únicamente persigue los intereses de la ciudadanía. Ante la creciente polarización social fruto de la crisis y los recortes, se hace cada vez más obvio que no existen esos “intereses comunes”. Entonces, ¿qué intereses son los que defiende este partido realmente?
De la indefinición ideológica a la derecha
Basta con analizar cuales han sido sus actuaciones durante este tiempo para dotar de contenido sus aspiraciones y desenmascarar cuales son sus verdaderos objetivos.
El frente clave que define a UPyD desde su formación a partir de la Plataforma Basta Ya! es su antinacionalismo frente a los derechos nacionales y su defensa a ultranza de la unidad de España. Una de sus principales reivindicaciones es acabar con las competencias autonómicas en educación y sanidad. En todo el proceso soberanista de Catalunya, su papel ha consistido en ejercer presión para contribuir a impedir cualquier tipo de avance en el derecho a decidir. Propusieron una Ley Orgánica relativa a la reforma del Código Penal para recuperar el delito de convocatoria ilegal de elecciones o consultas vía referéndum. Ramón de Veciana, candidato de UPyD en Catalunya, llegó incluso a comparar un posible referéndum con un “golpe estado” (1). También proponen que se elimine de la Constitución la protección a la pluralidad lingüística. Su política españolista no les ha procurado muchos apoyos en Catalunya, si bien es cierto que allí su espacio está cubierto por Ciutadans, formación muy similar que también forma parte de la cruzada españolista.
Por otro lado, aunque UPyD se autoproclama como el partido salvador de la democracia que ha sido “robada a los españoles”, sus representantes no dudan en oponerse a que se investiguen los crímenes del franquismo (cuando la democracia y sus defensores fueron literalmente aniquilados). Así, se opusieron a la propuesta de Izquierda Plural de declarar el 18 de julio como día oficial de condena de la dictadura y en memoria de las víctimas. En una entrevista, Álvaro Pombo, candidato de UPyD al Senado, dijo abiertamente que la democracia había sido posible gracias a Franco, concluyendo además lo siguiente: “[…] me hago esa pregunta, de si no tendríamos, por ejemplo en España, que pasar a una fase suprapolítica, suprapartidista, de gestores firmes” (2).
En relación a la cuestión de género, Toni Cantó se ha convertido últimamente en el portavoz del neomachismo de corte victimista, que convierte a los hombres en mártires de las medidas a favor de la igualdad. Ante la oleada de críticas que recibió cuando afirmó que la mayoría de las denuncias por violencia machista eran falsas, no tuvo más remedio que pedir disculpas públicamente. Sin embargo, en el programa de UPyD se incluye cambiar la Ley contra la Violencia de Género, al considerar que la actual supone la “desigualdad de trato en el ámbito judicial, dando lugar a una aplicación desmedida e injusta para miles de hombres” (3). En definitiva, Toni Cantó no estaba sino defendiendo de una forma bastante torpe lo que se puede leer entre líneas en el programa electoral de su partido, que también recoge el cuestionamiento del derecho al aborto.
¿Regeneración o restauración?
Con su discurso de “regeneración democrática” y su identificación con unos supuestos intereses de la ciudadanía frente a una casta política corrupta, UPyD ha sido capaz de capitalizar una parte importante del descontento existente con el status quo. Sin embargo, se limitan a señalar la corrupción como si fuese única y exclusivamente responsabilidad de determinados políticos que incurren en malas prácticas. En ningún momento cuestionan a los grandes poderes económicos que están detrás de la misma ni las condiciones sistémicas en la que ésta se ha venido produciendo durante los años del boom inmobiliario.
De hecho, en el terreno económico UPyD apuesta claramente por las políticas neoliberales. En noviembre rechazaron la proposición de ley de Izquierda Plural y el BNG, apoyada por los sindicatos, para someter a referéndum los recortes sociales y laborales del Gobierno. También se sumaron este verano al pacto que firmaron PP y PSOE para llevar una posición común al último Consejo Europeo. Entre otras medidas, este pacto abría la puerta a una nueva subida del IVA, una reforma de las pensiones que podría incluir retrasar aún más la edad de jubilación, una profundización en las medidas regresivas de la reforma laboral o la reducción de la inversión en sanidad con la inclusión del copago, etc (4).
Estas actuaciones, entre otras muchas, dejan en evidencia que cuando UPyD habla de regeneración, de lo que está hablando en realidad es de restaurar la legitimidad del régimen existente. Al más puro estilo de la Transición que tanto veneran, su apuesta consiste en hacer ver que quieren cambiarlo todo para alcanzar su objetivo real: que nada cambie.
Ocupar su espacio
Este tipo de formaciones populistas conservadoras tampoco son nada nuevo. Saber identificar experiencias similares en el pasado puede ser útil para aprender a desenmascararlos y anticiparnos a cuál puede ser su trayectoria en el futuro.
En el Estado español, en condiciones históricas similares, marcadas por la crisis y la inestabilidad política, han surgido otros partidos parecidos. Hay quienes defienden que UPyD es un partido fascista. Es cierto que si comparamos reivindicaciones de la extrema derecha con algunas de las propuestas de UPyD podemos encontrar ciertas similitudes, especialmente en su ferviente españolismo y su discurso contra la política. Sin embargo, es importante entender que el fascismo tiene como objetivo la implantación de un sistema dictatorial y supone “la prohibición de toda forma diferente de pensar o actuar, la negación de cualquier libertad, derecho o estructura mínimamente democrática que no sea corporativa mediante una represión brutal, sistemática e institucionalizada” (5). Además, los partidos fascistas se sirven de grupos violentos que de forma paralela a su actividad política, se dedican a sembrar el terror en las calles.
La estrategia de UPyD se basa en tratar de restaurar la legitimidad del régimen político y económico vigente con el objetivo de garantizar su continuidad, justo en el momento en que éste está atravesando una crisis profunda. Pero esto es muy diferente de tratar de lo que intentan partidos neofascistas como Plataforma per Catalunya de imponer un régimen de terrorismo de Estado con la eliminación física de la disidencia y las minorías. No se trata de quitarle importancia al peligro que representa este partido, pero saber identificar el fascismo y diferenciarlo de otro tipo de opciones políticas de derechas es fundamental para definir bien la estrategia a la hora de combatirlo.
Quizás sería más acertada la comparación que se hace en algunos artículos entre UPyD y el Partido Radical de Alejandro Lerroux (6). Este líder populista de la II República tiene muchos elementos en común con el partido de Rosa Díez. Su estrategia consistía en atacar a la “clase política”, de la que se desmarcaba, defender la unidad de España y presentarse como “ciudadanos” sin intereses partidistas. Ambos se sitúan en la ambigüedad ideológica, aparentan venir de posturas progresistas, UPyD de la socialdemocracia y Lerroux del republicanismo, para ir girando cada vez más hacia la derecha. Lerroux acabó formando coalición de gobierno con la CEDA (extrema derecha) durante el “bienio negro” del 1934 a 1936, e incluso terminó apoyando el golpe de estado de Franco.
Hoy por hoy no se puede considerar que UPyD sea un partido fascista, pero lo que sí que es cierto es que, como ocurrió con el lerrouxismo en su día, pueden acabar haciéndole el juego a la extrema derecha, al señalar a un chivo expiatorio como culpable de “los males de España” (los nacionalismos de las naciones no reconocidas) y abonar el terreno para la expansión de las posturas más reaccionarias.
Por otro lado, UPyD representa otro peligro más evidente y que puede hacerse realidad en un plazo más corto. Cuando surgió el Movimiento 15M supieron conectar con ciertos sectores que, si bien se mostraban disconformes con la corrupción y el bipartidismo, no identificaban el sistema económico como el origen de sus problemas. La crisis de legitimidad del sistema político llega también a partidos como Izquierda Unida, que debido a su apuesta por la política institucional en detrimento de la lucha en las calles han ido perdiendo credibilidad en los últimos años. Al no existir actualmente una alternativa por la izquierda fuerte y con capacidad para movilizar el descontento de la clase trabajadora, la crisis sistémica que estamos atravesando puede tener una salida por la reacción.
El mensaje de UPyD puede atraer a algunos sectores que en otra situación serían susceptibles de sumarse a un proyecto de izquierdas, que en lugar de quedarse en cambios superficiales para reestablecer el orden existente, plantease abiertamente la necesidad de acabar con el sistema de raíz. En nuestras manos está arrebatarles ese espacio.
Notas:
1 “UPyD equipara el referéndum a un ‘golpe de estado’ con “violencia moral”, lainformacion.com, 05/08/2013. http://bit.ly/1fiIxHU
2 “Entrevista a Álvaro Pombo”. The Clinic Online. 31/03/2011. http://bit.ly/hMt7fq
3 UPyD, 2011: Programa electoral UPyD Elecciones Generales 2011
4 Miguel Sanz Alcántara, 2013: “El pacto PP-PSOE o la ‘pasokización inevitable’. enlucha.org, 01/07/2013. http://www.enlucha.org/site/?q=node…
5 Pau Alarcón, 2008: “La lucha contra el fascismo: unidad y acción”. En lucha, febrero 2008. http://www.enlucha.org/site/?q=node/552
6 Francisco Garrido, 2011: “UPyD, la vuelta del lerrouxismo”, Paralelo 36. Disponible en: http://www.paralelo36andalucia.com/…
* Ana Villaverde es militante de En lucha / En lluita
Ana Villaverde, La Hiedra, 11-09-2013