Historias del Mundo
El Antitrust italiano sanciona a varias empresas por pactar entre el 2006 y el 2008 una subida del precio de la pasta a los distribuidores, que al final recayó en el consumidor
Las multas suman 12,5 millones, y la empresa Barilla recuerda que, pese a la subida, la pasta es aún asequible
María-Paz López – Roma.- Macarrones, espaguetis, Masaña y canelones, sí, pero también ravioli, tortellini, rigatoni, orecchiette, torchietti, penne, bucatini, tagliatelle, fagottini, fusilli, fettuccine, trofie, pappardelle, anelli, farfalle, maltagliati, linguine, strozzapreti, mafalde… y así hasta sumar unos 130 tipos de pasta, el alimento nacional de Italia. Sus pobladores la devoran con pasión; raro es el italiano que no se atiza un plato diario de pasta, en la comida o en la cena, y las recetas para prepararla son infinitas. Acostumbrarse a degustarla al dente (con el interior un poco duro) hace que, de vuelta en España, la pasta resulte siempre triste e irremediablemente demasiado hecha.
Los italianos son los primeros consumidores del mundo de este alimento, a un ritmo de 28 kilos per cápita al año, así que cualquier variación en el precio de la pasta – que en el fondo es una pitanza humilde-provoca debate y es analizada con lupa. Esta semana, la Autoridad Garante de la Competencia ha impuesto multas que suman 12,5 millones de euros a 26 empresas productoras de pasta que, junto a la unión de los industriales del sector, "llegaron a un acuerdo que restringía la competencia para concertar los aumentos de precio de venta de la pasta seca de sémola para el sector de la distribución".
Según la Autoridad Antitrust, la actitud pactada de esas empresas – que representan el 90% de la producción nacional-hacia los distribuidores encareció la pasta en el supermercado. La entente funcionó de mayo del 2006 a mayo del 2008, dos años en los cuales el incremento de coste para los distribuidores fue del 51,8%, que lo descargaron en parte sobre el consumidor. Resultado: el precio final creció un 36%.
La marca Barilla – que ha recibido la sanción más elevada, 5,7 millones-ha reaccionado con indignación. "Los aumentos del precio de la pasta no son fruto de acuerdos ilícitos, ni de especulaciones, sino que constituyen las condiciones mínimas de supervivencia para uno de los sectores de excelencia de la industria italiana", dijo en una nota. También arguyó que, pese a las subidas, el sector de la pasta "sigue garantizando al país una comida para una familia de cuatro personas al coste de un euro". En Italia hay ahora 129 fabricantes de pasta, cuando en 1981 eran 238.
De hecho, el Garante de la Competencia admite las dificultades del sector debido al mayor coste del trigo en esos años y concede que subir precios fuera necesario, pero sólo por parte de cada empresa, no como estrategia conjunta. La investigación comenzó en el 2007, tras una denuncia de la asociación de consumidores de la región de Apulia, que desconfió al ver una subida de precios de la pasta tan similar entre marcas, grandes y pequeñas.
La Vanguardia (28.02.2009)