La deriva de Ciutadans, capitaneada con mano de hierro por Albert Rivera, es la del precipicio por el que se descalabrará, pero Albert y sus acólitos habrán llenado sus alforjas y podrán vivir de rentas por mucho tiempo. Poco importa haberse cargado un proyecto que nació ilusionante y apasionantemente democrático.
Los inicios de Ciutadans fueron únicos y difícilmente encontrables en otro partido y algún día habrá que pararse a relatarlo con detalle. Ver sus grandes aciertos y sus errores. No es tal vez el momento.
Pero si de unas pinceladas: Hubo gente que vio el problema antes de convertirse en partido y se apartaron elegantemente y sin hacer ruido. Es el caso de F. P. Romera. El punto culminante de esa gran bacanal democrática fue la presentación en el Tívoli. Tras ella comenzó la creación de grupos de intereses ajenos al proyecto y representantes de intereses espurios que desembocaron en primer congreso con una extraña ejecutiva donde ya estaban los que hoy utilizan el partido para sus propias estrategias.
Ya estaban allí los que serian diputados y unos por activa y otro por pasiva colaboraron a la deriva que hoy lleva Ciutadans, No se puede decir que los intelectuales que sacaron el manifiesto fueran ajenos a lo que luego y hoy sucede, aunque siempre tienen la disculpa de sus mejores intenciones; “mejores intenciones” que a veces ocultan gran ceguera política.
El segundo congreso fue la gran oportunidad para corregir las desviaciones pero Robles no tuvo el coraje suficiente para lanzar la ofensiva y encabezar una candidatura a la ejecutiva. Su inacción, junto a errores propios de ala izquierdista (tanto de los que se quedaron como de los que nos fuimos) y la ambición de los transversales (derecha) de Arcadi (su engreimiento como únicos con derecho a ejercer la dirección) permitió consolidarse en la cúpula a un grupo de gente sin ideología que ha instrumentalizado Ciutadans para su propio interés. A la cabeza de ellos el ventrílocuo de las ideas: Albert Rivera, capaz de defender lo que sea si le permite medrar.
Pienso que el tiempo de Ciutadans se acaba, solo un cambio de cúpula dirigente, una retirada de las elecciones europeas, la vuelta a la democracia participativa de sus inicios (antes del Tívoli) permitirían recuperar las ilusiones y prepararlo para su integración en proyecto mayor y más viable. Sobran Riveras, Cuadrados, Cañas, Bofiles.y otros…
Otro problema es solventar las grandes reticencias y prejuicios de quienes han de acoger y recoger ese bagaje. La reciente destitución de Javier Carroquino como coordinador de UPyD de Aragón muestran ese miedo a la democracia participativa.
Dado que las primeras condiciones me temo que no se darán, Ciutadans se convertirá en las próximas europeas en una rémora para la representación del no nacionalismo en Europa.
Vicente Serrano
Barcelona, 22 de abril de 2009
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