Un error histórico

Antonio RoblesLa decisión de C’s de coaligarse para las europeas con el partido Libertas, del millonario irlandés Declan Ganley y con partidos regionalistas y municipalistas engendrados a imagen y semejanza de los partidos nacionalistas llevando como cabeza de lista a Miguel Duran, no solamente es un error, es la voladura sin miramientos de la doctrina de Ciudadanos y una muestra de ingratitud difícilmente explicable hacia todos aquellos intelectuales que arriesgaron su prestigio y hacienda, y hacia todos los militantes que se entusiasmaron, se sumaron y se dejaron la piel en el proyecto.

Que nadie se engañe, en Cataluña ganarse el respeto democrático si defiendes la libertad lingüística y una nación constitucional española de ciudadanos libres e iguales, es muy difícil. Y has de demostrarla y rivalidarla cada día. A los nacionalistas se les supone gente razonable y democrática, mientras, a quienes nos oponemos a su exclusión, toscos y antidemocráticos. Acabar con ese estigma ha costado 30 años de resistencia y coherencia de miles de ciudadanos anónimos, entre ellos muchos de los intelectuales que un día se decidieron sin red a apostar por un proyecto político de raíz ilustrada, beligerante con el nacionalismo y armados con los valores de la ilustración: la Razón, la ciudadanía, la libertad, la igualdad, el laicismo y la soberanía constitucional española. Ciudadanos fue la culminación de ese esfuerzo ético. Y fue posible porque 15 intelectuales dieron fe con sus impecables trayectorias vitales de la legitimidad de unas demandas que hasta entonces estaban criminalizadas. Ahora, con ese pacto contrario a todos esos ideales, se hecha por la borda la herencia ética costosamente acumulada durante años, expulsa a los que creyeron en ellos y rompe todo vínculo con los intelectuales.

Libertas es la apuesta personal de un extravagante millonario irlandés que hasta ahora se ha caracterizado por oponerse al Tratado de Lisboa y al aborto. En realidad es una marca vacía que otorga franquicias en los distintos países europeos donde está implantado. La mayoría de esas franquicias son de partidos reaccionarios políticamente y ultra-católicos. Libertas en Francia, está liderado por el Movimiento por Francia. Nacido en 1994 se ha caracterizado por el «no» al Tratado de Maastricht y está liderado por Philippe de Villiers, un político situado a la derecha de Le Pen, contrario a la Construcción europea, hostil a la laicidad, muy nacionalista, contrario al aborto, incluso en casos de violación, y a la contracepción, enemigo de la homosexualidad y de los derechos que pudieran derivarse de sus uniones matrimoniales, tanto de tipo fiscal, sucesiones, patrimoniales, etc. Contrario a la construcción de mezquitas, sus proclamas contra la islamización de la sociedad francesa y su apuesta por el restablecimiento de fronteras en la UE le han situado en el racismo cultural más duro. Es incluso partidario de la «preferencia nacional» a la hora de acceder a un puesto de trabajo o a una vivienda. Los eslóganes de Libertas en campañas electorales nos dan cuenta de su extremo nacionalismo: «La derecha patriótica del gobierno», «Construcción Europea de los Pueblos».

Libertas Malta es un partido ultranacionalista que no tiene empacho en poner por orden, el orden de sus principios: Nación, Libertad (Estado mínimo), Democracia, Seguridad, Comunidad (geografía, tradición, herencia y sentido de la identidad), Elección, Empresa y Desregulación. Como la destra italiana, sus valores son propios de la ultraderecha (no en el sentido democrático, sino en su posición geográfica en el espectro ideológico).

Pero es quizás La liga de las Familias Polacas en Polonia, donde libertas alcanza los valores más reaccionarios. Es claramente antieuropeísta, ultracatólica, antisemita y contraria a la homosexualidad y la eutanasia. El propio vaticano ha reprobado su emisora Radio Marja por su carácter nacionalista y ultracatólico. Su clara mentalidad ultraconservadora llevó a su eurodiputado, Maciej Giertych (padre del líder de la Liga de las Familias Polacas, Román Giertych), a defender a Francisco Franco, «salvador de España y la Iglesia».

No parece asumible que podamos ir en coalición con partidos tan contrarios a nuestros propios principios, ni podríamos asumir formar parte de sus idearios si la coalición logra un grupo parlamentario propio. Engañarse con un pacto exclusivo para estas elecciones que salve los exabruptos ideológicos más extravagantes de estos partidos, es suicida. Ni disculpa éticamente los medios para conseguir representación parlamentaria, ni podríamos soportar la campaña mediática contra valores que no son nuestros, pero que inevitablemente nos encadenarían a ellos. Evidencia tan obvia, da casi pudor escribirla.

Las contradicciones con nuestro ideario no se acaban con Libertas. Unión del pueblo Salmantino (UPS) es un partido regionalista y municipalista, cuyo origen debería bastar para salir corriendo. Su fundador y presidente, Moreno Balmisa fue expulsado del PP por fraude electoral.

Pero si no bastase con eso, la conclusión de su ideario es precisamente lo contrario del ideario de Ciudadanos: «El fundamento de Unión del pueblo Salmantino es defender lo nuestro y a los nuestros y que las próximas generaciones salmantinas, hereden una tierra mejor y con más posibilidades». Identidades colectivas frente a derechos individuales, territorio frente a ciudadanía. Y si no fuera suficiente tanta humillación, su página Web nos informa que en marzo del 2006, UPS se coaligó con el partido regionalista Unión del Pueblo Leonés (UPL). Ese que propugna la separación de Castilla y deja por las tapias lo de «León sólo» y «Puta Castilla». La misma monserga de «puta España» de nuestros nacionalistas. Y como no hay nacionalismo que se precie sin lengua propia, éste también reivindica la suya. Propugna la enseñanza en las escuelas de una jerga que llaman lengua lionesa y que no es más que una recopilación de arcaísmos, vulgarismos y localismos del castellano. Preconizan una identidad propia como los más rancios nacionalismos, inventándose una nación leonesa. Una más.

El Partido Socialdemócrata (PSD), convertido de la noche a la mañana en PSDE, es el tercero. Los trásfugas Tamayo y Balbás han sido relacionados por la prensa con el primero. José Luis Balbás, me ha asegurado por teléfono que él no tiene nada que ver con el cambalache.

Construir un reconocimiento público cuesta mucho. «Hoy todos quieren ser ingenieros», decía Gala, «pero se niegan a hacer esfuerzo alguno por conseguirlo». Hay una generación de jóvenes impacientes, dispuestos a saltarse las reglas y los principios con tal de conseguir el reconocimiento público y disfrutar del paraíso.

Ciudadanos no es eso, ni sus militantes merecen ser confundidos con este cambalache.

Antonio Robles es diputado del Parlament de Catalunya.

El Mundo 26.04.2009)

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