El lenguaje nunca es inocente. «Ley de Acogida de Inmigrantes» lo llamarán. Podrían haber escogido «Ley de Integración Sociolaboral de Migrantes», pero prefieren los conceptos de «acogida» (NOSOTROS te acogemos en NUESTRA casa) e «inmigrantes» (el que migra desde fuera hacia un país. Un eufemismo moderno de lo que siempre fue el extranjero). Lo más que me turba de la noticia es considerar el dominio del catalán como una demostración de «arraigo» para obtener la nacionalidad española. Esto del arraigo es algo tan sumamente subjetivo que dará pie a la discrecionalidad cuando no a la arbitrariedad, pura y dura. También es otro subterfugio lo de apelar a los agentes económicos, sabemos que se refieren a los empresarios a los que, únicamente, se les pedirá que se aseguren que el explotado migrante sabe «parlem catalá». De sus derechos, poco, ni en catalán ni en castellano. Con todo, el empeño en hacer más difícil la integración del migrante encima es contraria a los intereses de la propia Cataluña. Por razones obvias, las personas que lleguen sabiendo castellano no utilizarán este sistema y si se les fuerza a ello, abandonarán el lugar para irse a otros puntos de España. ¡Son unos genios de Economía estos nacionalistas!
