Por eso creo que la transversalidad es un error. No se trata de que haya ideas reaccionarias tanto en la izquierda como en la derecha, sino que los partidos de izquierdas no lo son realmente. La transversalidad esconde un equívoco ideológico y un intento de acabar colándonos políticas neoliberales, como hace el PSOE desde una tan sólo aparente posición de izquierdas. Si la única distancia entre los partidos «progresistas» y el PP ha de fundamentarse en cuestiones como el aborto o el matrimonio entre personas del mismo sexo, mejor nos vamos todos a casa. Karl Marx ya criticó a los primeros partidos socialdemócratas -entonces todavía «marxistas»- en su Crítica del programa de Gotha. Lo que hubiera pensado de la evolución que siguieron sus teorías en manos de otros no lo sabremos nunca. Sin embargo, creo que el humus con el que tenemos que continuar nutriendo nuestras ideas sigue estando en Marx. Teniendo en cuenta este aspecto me parece que lo único que hace falta es empezar a moverse.