Malos tiempos para el diálogo en Europa. En los medios y en las redes son constantes las expresiones de verdad con nula voluntad de aceptar cualquier matiz.
Para los que centran su verdad exclusivamente en la agresión militar rusa cualquier matiz es tachado de querer blanquear a Putin. Como si negar el matiz no fuera blanquear la política agresivo-militar y antiautonomista ucraniana desde el Maidán.
A quien nombra a la OTAN se le acusa de blanquear esta guerra con su destrucción y muerte, cuando no nombrar a la OTAN implica blanquear a ese engranaje de amenaza militar y la ubicación de armamento destructor junto a la frontera rusa en las repúblicas bálticas sin que haya habido ningún movimiento militar ruso que lo justifique.
A quien nombra a Estados Unidos se le acusa de blanquear el imperialismo ruso, como si forzar a detener el gaseoducto Nord-stream 2 ó anular la venta de submarinos franceses a Australia no son claras muestras de imperialismo estadounidense cuya ocultación es, además de blanqueo, no querer saber cómo hemos llegado hasta aquí.
Este conflicto y esta guerra tiene ya varias víctimas. Una de ellas es la UE. No por víctima actual sino porque se ha evidenciado que los países de la UE solo son peleles cumpleórdenes de Washington.
Lo que nadie decente blanquea es que la UE ha mostrado su racismo. Repelió hace apenas 3 meses, con concertinas y ejército, los intentos de familias desesperadas provenientes de lugares en guerra que querían entrar en la UE a través de Polonia. No eran blancos.
La UE ha hecho escaramuzas de diálogo. Pero EEUU no quiere ningún diálogo. ¿Han oído decir algo a Biden sobre diálogo? Europa pone el escenario, la destrucción y los muertos. Norteamérica se lleva el negocio, vendiéndonos la energía que nos vendía Rusia y que ahora pagamos al doble o más de precio. Y entre tanto, enviamos armas y aumentamos los presupuestos de Defensa. O quizás deberíamos decir los presupuestos de Guerra porque la sensación que pronto habrá una excusa para la intervención de la OTAN es cada día mayor.
Pedro Fernández
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