Están las perversiones habituales. La ocultación de la realidad, el dominio del tiempo, la distorsión del lenguaje… Todo el paradigma de la manipulación política. Aparecen unas estacas como por ensalmo, nadie repara en ellas. ¿Para qué?, si no existen. El tiempo se ha acelerado considerablemente y con él la mentira. En un antes anterior a las elecciones, la captación de aguas, incluso de forma irregular con expedientes sancionadores abiertos por la Agència Catalana de l´Aigua, para abastecer de nieve artificial las estaciones de esquí, era en palabras del conseller Baltasar "cosa de poca importancia", una nimiedad. Después de las elecciones, multa por lavar el coche. Se sacó bèstia grossa – algo como "alarma social" y estamos ante una "emergencia nacional" – reparen en el adjetivo nacional-, un slogan propagandístico tras el cual esconder la propia inoperancia, un remedo de la "pertinaz sequía" del franquismo y el No-Do. Todo cambia, nada pasa.
La izquierda se resguarda siempre detrás de las palabras, detrás de la pancarta. ´Trasvase´ es un estigma, una palabra demonizada. Había que sacar las tropas de Iraq y tenerlas en Afganistán, eso sí, en misión de paz, he ahí la pequeña diferencia. Baltasar no puede hacer un trasvase, se lo impide la lengua. ¿Qué hacer entonces? "Una captación puntual, temporal, desmontable y reversible del agua". Y llega al delirio: "Normalment els diccionaris recullen el que la gent parla, tant de bo els professionals de la comunicació ens trobin una paraula que ens permeti definir aquest fet, que és l´aportació d´un riu a un altre, sobretot amb aquestes característiques". Remachando el clavo: "A vegades no ens expressem prou bé, però hi ha molta gent que no ens vol escoltar perquè és més còmoda la situació que tenen". Pero, claro, el presidente de la Secció Filològica de l´Institut d´Estudis Catalans le responde: "No hi ha cap altra paraula diferent de ´transvasament´ per definir el que es vol fer amb l´aigua del Segre".
Ya lo ha escrito Adan Kovacsis en Guerra y lenguaje."El lenguaje ejerce un poder falso (…), nuestro conocimiento del mundo está distorsionado porque se produce a través de él (…), actúa como herramienta del poder explotador, represor y engañoso, para someter a reprimidos, explotados y engañados (…) La lengua que el periodismo ha vuelto corrupta e imposible (…) un recurso principal de la incomprensión (…) el lenguaje es incomprensible". Este era el país en donde Espriu sentenciaba: "Però hem viscut per salvarvos els mots, / per retornar-vos el nom de cada cosa…", antes de que el cuarto cinturón fuese "la ronda del Vallès" o los barracones escolares, "aulas prefabricadas"; que Terra Lliure fuese una "organización armada"; que el hundimiento del Carmel fuese un "accidente" o "nuestro chapapote"; que el apagón fuese una "incidencia en el suministro eléctrico"; que los asesinos del bando republicano fueran unos "incontrolados"; que los retrasos de Renfe fueran "alteraciones del horario", o la familia, "unidades de cohabitación".
Tiene su razón Joaquim Nadal al afirmar: "Es diguin com es diguin les coses és secundari, no és una cuestió semàntica". Por lo visto, es secundario que sea un "acto para la liberación de Euskalerría" o "una acción terrorista" el asesinato de un ex concejal de su partido por ETA. Pura semántica. Hay una copla, que recoge Pancracio Celdrán en Hablar con corrección,que resume lo acaecido: "A la cara lo digo / pa que entiendas / porque a veces la cara / sirve de lengua".