Cuando salí del cine después de ver Amor de Michael Haneke me conjuré en la idea de que no escribiría ni una línea sobre ese filme que me había hecho cómplice de una historia hermosa, sórdida, brutal. Tanto, que no sabía muy bien si deseaba salir lo más rápido posible y no hablar de ella, porque como espectador había pasado por momentos en los que deseaba un respiro, una pausa sin publicidad, como un ruego al director Haneke: permítame. caballero, un respiro porque lo estoy pasando muy mal, y tampoco puedo retirar la mirada de la pantalla, que me tiene LEER MÁS
Categoría: Gregorio Morán
El palo de la fregona
Ahora que se ha puesto de moda en los diarios españoles crear una sección que se denomina “Tendencias”, a imitación anglosajona, y que incluye desde la tendencia a matar a la mujer, como la tendencia a quemar coches, como la tendencia a la cocina “de autor”, y donde cual cajón de sastre cabe todo, desde lo más brutal a lo más pendejo, propongo que la fuerza de la realidad exige que abramos un apartado “tendencial” que se llame “cosicosas de la droga”.
Una historia ejemplar
Pescara es una pequeña ciudad que da al Adriático, donde los personajes más famosos desde su formación –que por supuesto cualquier habitante local atribuye a los romanos, si no antes– se reducen a tres; un corredor de fórmula 1, Jarno Trulli, hijo natural de una leyenda del automovilismo, el brasileño Ayrton Senna; un actor porno, Rocco Siffredi, que no obstante haber nacido en Kazajistán ha sido nacionalizado gracias a las virtudes y habilidades de su pene. Y el gran D’Annunzio, Gabriele, escritor que ocupó con sus genialidades, no siempre literarias, el primer tercio de la historia cultural italiana.
Un libro para gozar y regalar
En estos tiempos de aflicción es un placer infinito escribir sobre algo hermoso, sencillo, natural como la vida misma Son apenas setenta páginas, de un autor sueco, prácticamente desconocido entre nosotros fuera de algunas gentes del gremio que a duras penas hemos conseguido saber algo gracias a dos condiciones muy comunes en nuestras letras. Primera, que le dieron un premio Nobel, y segunda, que un par de voluntariosos traductores han trasladado tres obras suyas a un castellano asequible. En estos tiempos de aflicción es un placer infinito escribir sobre algo hermoso, sencillo, tan natural como la vida misma; consciente de LEER MÁS
¡Batalla ha muerto!
No hay ningún amante del cine que pueda olvidar aquella primera secuencia de Novecento, con el jorobado corriendo entre brozas y caminos mientras amanece y se va acercando a la villa para anunciar la terrible noticia: “¡Verdi ha muerto! ¡Verdi ha muerto!”. En ese grito desconsolado estaba el anuncio de un cambio de siglo, empezaba el Novecientos pero sobre todo había también el dolor por alguien a quien se respetaba, Giuseppe Verdi, porque significaba la dignidad, el arte, el talento en una sociedad ansiosa por convertirlo en modo de vida. ¿Y ahora?, parecía preguntarse Bertolucci en esa entrada espectacular de la primera parte de su filme que LEER MÁS
La leyenda del gran Landínez
Hay que volver a las prácticas de los años del cólera. Pensé en esto cuando asistí a ¡la única representación barcelonesa! del grupo teatral La Zaranda, que tiene callos en los pies de tanto pisar escenarios. Fue en l’Hospitalet, con menos de media entrada, en la representación de la que yo creo que es su mejor obra, El Régimen del Pienso; una parábola orwelliana del presente más obvio. En los años del cólera, el boca a boca, hubiera suplido el silencio de los medios de comunicación.
Habitación 448, con vistas
En el muro de la escalera mecánica vecina a mi casa alguien ha pegado un papel, con bolígrafo y un RIP en mayúsculas: “Aquí murió mi amiga Anais porque la violaron”. Al lado, un machote apostilló: “Me suda la polla”. ¿De verdad hay una Anais que murió porque la violaron? No sé qué es más brutal: el hecho o el silencio. El de la “polla” da lo mismo; es como la geología, un fenómeno.
César debe morir
El articulista de opinión tiene mucho de actor fracasado. Somos como aquellos primerizos que leen su monólogo ante el espejo. Nunca sabemos si nos leen o pasan página. De ahí cierta megalomanía del gremio que tiende a prodigarse en radios, televisiones o tertulias de malquerer. Te aman o te odian en función de que los entiendas, a ellos. Los grandes columnistas siempre fueron pequeños actores fracasados. Lo fueron Indro Montanelli y Oriana Fallaci, considerados la exquisitez del gremio. Siento un desprecio absoluto por ambos, expertos manipuladores de la opinión. Este país nuestro, llámese España o Catalunya, ha producido siempre un columnismo desganado y alquilado desde LEER MÁS
La resurrección de Babette
Una foto guardada en mi memoria. El recorte lo tuve clavado durante años en el panel vecino a mi mesa de trabajo. No sé por qué desapareció de allí. Quizá el tiempo, ¿25 años?, en los que uno va cubriendo unas fotos con otras, creando capas que la memoria ha de reconstruir. Quizá porque el espacio del recuerdo es más limitado que el panel acorchado. Una foto que ahora tengo que reconstruir y probablemente falsear.
Inteligencia e independencia (y 2)
Hemos retrocedido mucho, tanto que nos empiezan a fallar las referencias. Como aquel que camina hacia atrás y va perdiendo las señales y no acierta a distinguir las voces de los ecos. Supervivientes de un mundo, el mismo que creíamos haber superado, y tan marginales que a veces echamos a faltar a los abuelos –yo nunca tuve abuelos y es una orfandad que deja huella– para preguntarles si lo suyo fue también así. Si es ley de vida que nos encontremos al cabo de la calle sin apenas entender nada y con una sensación de soledad intimidante, rodeados de gente LEER MÁS
Plebiscito para la impunidad (1)
Siempre que aparece el nacionalismo en su forma institucional sé que están tratando de engañarme. Lo aprendí en una escuela que duró muchos años y que se llamó franquismo; entonces éramos autodidactas y nos dieron unas lecciones tan intensas que nos convirtieron en licenciados. Lo que está sucediendo en Catalunya en los últimos años apenas tiene nada que ver con aquello, pero al menos algunos guardamos la lección aprendida: allí donde hay un patriota, un abertzale, la libertad vale menos que sus convicciones. Estos caballeros supuestamente pacifistas, con mucha cita histórica y embelecos sobre lo líquido y lo gaseoso, nada LEER MÁS
Adiós a Colombres (y 3)
En Asturias, cuando éramos niños, cantábamos una canción popular que decía así: “No hay carretera sin baches, ni prao que no tenga hierba…”. Tardé muchos años en descubrir que la versión original no decía “baches” sino “curvas”, y que había otra opción, no menos sarcástica, que ni se refería a baches o curvas, sino al “barro”. Quizá todo se debiera a que en las carreteras de mi infancia abundaban el barro, los baches y las curvas. Los escasos habitantes de Bricia, una pequeña población vecina a Posada de Llanes, hay años que se permiten cantar la canción en la versión LEER MÁS
Adiós a Colombres (2)
Vivir en un mismo sitio durante quince años da para mucho. Cuando yo llegué a Colombres en 1997 era un pueblo sencillo con cierto aire señorial, pocos habitantes, una fuerte herencia colonial, gracias a la que muchos sobrevivían. Un pueblo de indianos, que se dice en Asturias, pero vivo; porque hay pueblos de indianos muertos, la mayoría. No puedo citar la lista de lugares en la Asturias oriental donde la vida se fue muriendo porque no se producía nada, se vivía de la subsistencia agraria y el remanente que había caído como un maná de México, de Argentina, de Chile LEER MÁS
Adiós a Colombres (I)
Soy consciente de que estos artículos colombrinos son de los más tristes que he escrito en mi vida. Llevo un par de meses posándolos, tratando de encontrar un tono preciso, amable y sobre todo distante. Siempre escribimos de nosotros, aunque tratemos de Afganistán o Paraguay. El asunto es muy sencillo, me echaron de Colombres, ese lugar que era para mí la referencia permanente de la tranquilidad, el recurso que uno tiene cuando no le llega el sueño y debe pensar en algo que le sosiegue.
Los diez de Vic
La plaza de Vic es tan hermosa que parece italiana. Lo dijo Josep Pla, me aseguran, lo cual no resta al hallazgo nada de la admiración que trato de expresar. Las plazas mayores españolas, casi sin excepción, eran hermosísimas; cada una a su aire, diferentes. No hace mucho pasé por Tordesillas. Recordaba una plaza bonita, pero algún alcalde se propuso sacarle partido y a fe que lo consiguió.
Las lecciones del caimán (y 3)
En un país normal, políticamente menos infantil y más maduro, podríamos aprovechar la desaparición de Santiago Carrillo para iniciar dos reflexiones ineludibles en los tiempos que corren. La fragilidad de la izquierda y las peculiaridades de su formación. O lo que es lo mismo, su falta de textura política, de experiencia, de rigor.
El caimán jubilado (1) y La derrota del caimán (2)
Aseguran que Santiago Carrillo murió mientras dormía la siesta. Tranquilamente, como lo haría un jubilado de esos que no sufren los recortes, que tienen a los hijos bien colocados, que reciben la visita de los nietos los domingos después de almorzar, que gozan de una esposa solícita y una criada de confianza que se ocupa de los menesteres domésticos. Esos jubilados que caminan despacio, temerosos siempre de un tropezón, de una caída, que es lo único que les puede llevar derechitos a la tumba. ¡Cuántos tropezones en tu vida, Santiago! La veteranía es un grado dentro del ejército de la LEER MÁS
Territorios Vedados
Conmueve enterarse que el inicio del curso literario español y catalán –ahora habrá que escribir así para atenerse a lo políticamente correcto–, que por cierto son la misma mierda, ha consistido en la exhibición de un escritor para mí absolutamente desconocido y por el que no haré ningún esfuerzo en superar esta deficiencia cultural, Michael Connelly. Lo llamativo no es que escriba novela negra. De un tiempo a esta parte casi todo el mundo que escribe le da por hacer una cosa que aseguran se denomina “novela negra”.
Demasiadas banderas
La bandera antigua era un lenguaje, la bandera contemporánea no lo necesita; es muda y fija, como un sudario. Tiene detrás una leyenda perfectamente construida para que cualquier descerebrado sea capaz de matar por ella Fíjense en las ciudades. Han vuelto las banderas a los balcones, como en el franquismo, cuando se celebraban festejos o los conversos querían demostrar su adhesión inquebrantable. No son signos de integración sino de exclusividad Allí donde hay un hombre con una bandera hay alguien dispuesto a obedecer, un siervo. Los mares de banderas los inventaron los fascistas y los recuperaron los regímenes totalitarios de LEER MÁS
Queda cancelada la memoria
Estamos cayendo a una velocidad vertiginosa. En apenas tres meses, de “pasear al perro de la memoria”, que decíamos, hemos llegado a la situación inverosímil de forzarnos a cancelarla. Ni exhibirla ni pasearla, sencillamente retirarla de la circulación. Es posible que sea la edad, pero cada vez tengo más la conciencia de escribir artículos que no me gustan, que preferiría seguir la moda de los sentimientos y desarrollar la melancolía, el humor, la piedad, el buen rollito, el calor humano, los valores eternos de la solidaridad, la esperanza y el entusiasmo, con alguna referencia a la gastronomía, por supuesto. Pero LEER MÁS