Por Nazanín Armanian. Imagínense un campo de concentración con dos millones de personas, sin posibilidad de salir. Piensen en unos carceleros que entre otros objetivos estudian el comportamiento humano en situaciones al límite y para ello recurren al uso cotidiano del terror, la tortura y aislamientos durante un largo periodo de tiempo; privación de alimentos y medicamentos; derruir las viviendas (teniendo en cuenta que el ser humano es madriguera), destruir el resultado de su durísimo trabajo (aplicando una ‘Ecocidia’ sistemática y arrancando unos 2.000.000 de árboles frutales después de golpear y asesinar a decenas de mujeres y hombres campesinos); impedir LEER MÁS